Isabel Allende Bussi nota similitudes entre Mujica y su padre

Video. La presidenta del Senado chileno, Isabel Allende Bussi estuvo en Montevideo para exponer sobre la aplicación de la ley de cuotas en Chile. La hija del expresidente Salvador Allende habló con 180 y dijo que tanto en Mujica como en su padre "la ética y la política han ido de la mano".

Actualizado: 27 de julio de 2014 —  Por: Lucía Gutiérrez

Teniendo en cuenta que en Uruguay la ley de cuotas para la participación equitativa en el Parlamento emplea un modelo distinto, ¿cómo se llega a la elección de ese formato en Chile como el ideal?

Ya marcó un hito en el país la elección de Michelle Bachelet como presidenta. En su primer período, planteó una ley de cuotas que no logró prosperar. En este nuevo mandato, el propósito está enmarcado dentro de un cambio más profundo que es una reforma del sistema electoral. En Chile no es de lista cerrada, se llama binominal y sólo se escogen a dos por distrito o circunscripción. Eso impide que haya más candidaturas, más competitividad, prácticamente genera empate, impide la presencia de minorías o de terceras fuerzas y que haya un número mayor de mujeres.

Dentro de este marco, esta vez podemos tener los votos con el apoyo de cuatro parlamentarios de oposición que se plegaron. La presidenta propuso que cada lista no puede tener más de 60% de candidatos eventuales de un género ni menos del 40% de otro y no podrá inscribirse si no lleva esos porcentajes. Eso sería un tremendo logro y es la forma de dar un salto cualitativo para un país que tiene el 15% de mujeres en el congreso nacional, un promedio bastante más inferior de lo que es en la región.

En Chile se aprobó recientemente la propuesta para conseguir el voto desde el exterior. Uruguay pasa a ser el único país de la región que no lo tiene y, en la votación de la pasada elección, tuvo sólo el 38% de apoyo. ¿Qué cambió en Chile para que se aprobara?

Tuvimos que esperar 24 años porque la primera moción que se presentó fue en el año 1990. En ese caso era imposible porque tenía que tener el concurso de diputados de la oposición. Los partidos opositores -sobre todo la Unión Demócrata Independiente que históricamente se opuso- siempre lo miraron con una perspectiva estrecha de cálculo electoral en lugar de hacerlo como una ampliación de la democracia. Consideraron que si las personas estaban afuera su voto no tenía razón de ser.

Creo que están profundamente errados porque, obviamente, con las nuevas tecnologías de hoy en día -Internet, la comunicación instantánea- una persona, esté donde esté, está tan informada como una persona que está en Chile. Por algo vemos que en América Latina concurren a votar cada vez que hay elecciones en sus países, lo vemos en los consulados en Chile.

Se logró una reforma constitucional que otorga el derecho a voto que se ejercerá para las elecciones presidenciales y primarias presidenciales si las hubiera. Ahora necesitamos la ley, porque no basta con la reforma constitucional. Tenemos la certeza que vamos a tener los votos para sacarla. Esa es la meta: que los chilenos que están radicados afuera puedan votar.

Yo deseo profundamente que ojalá en Uruguay la gente tome conciencia de que es una forma de ampliar la democracia, que no sólo tiene el desafío de ser más representativa sino también más participativa y esta es una forma de estimular eso. Además, hemos hecho una suerte de catastro. Tenemos, aproximadamente 900.000 chilenos afuera. Sólo un 12% de ellos tendría un exilio de carácter político. Por lo tanto, es la oportunidad de darle el voto a la gente joven que está estudiando o trabajando afuera. Deseo que Uruguay pueda dar ese paso así se complete que, prácticamente, todos los países de la región le brinden esa oportunidad a los ciudadanos que radican fuera del país.

Uno de los grandes argumentos de los opositores a la aprobación es que al no estar viviendo en el país no se vive la realidad diaria: los precios, la seguridad. ¿Qué le diría a quienes hacen este planteo?

La respuesta -yo puedo hablar por los chilenos que están afuera- es que están perfectamente informados de lo que sucede y, además, contribuyen porque mandan remesas a sus familiares, algunos tienen inversiones en Chile y contribuyen a las campañas que se hacen en el país. Es sabido que somos un país que sufre terremotos y maremotos. Los primeros en movilizarse, casi siempre, son nuestras colonias chilenas en el exterior, que son absolutamente solidarias. También, cuando hay un evento -como se vio ahora en la Copa del Mundo- lo primero que uno ve es un grupo de chilenos que está motivado y dispuesto a colaborar y ser partícipe del evento que sea.

Yo creo que no tienen ninguna justificación. Podría decirles: ¿por qué todos los países de Latinoamérica lo hacen menos Chile y Uruguay? Es hora de dar ese salto cualitativo. Hay países donde incluso hay representantes ante el Parlamento de esas colonias afuera, lo que es una forma de hacer el congreso más representativo de la sociedad.

También ha anunciado, dentro de la reforma tributaria que impulsa la presidenta Bachelet, que una de las medidas que planea es reducir la evasión fiscal. ¿Cómo se logra? ¿A través de qué métodos?

Parte de la reforma tributaria es terminar con la evasión y la ilusión tributaria, que son dos cosas diferentes. Existen tributaristas que buscan la manera para eludir el pago del impuesto a través de distintas modalidades. Entonces, lo que se va a hacer es fortalecer el servicio de impuesto interno, capacitarlo aún más, dotarlo de mucho más personal y tecnología. Lamentablemente, ha aumentado mucho la evasión. Pensamos que no solo tiene que recaudarse más sino que disminuirse la brecha de aquellos que eluden el pago de impuestos.

¿Es un problema importante la evasión en Chile?

Ha aumentado en los últimos tiempos y eso nos duele porque, evidentemente, lo equitativo es que todos los ciudadanos paguen a partir de ciertos tramos. En Chile hay un porcentaje muy alto que no paga porque no gana lo suficiente como para entrar en las categorías de lo que implica hoy día el impuesto personal. En esta reforma, que pretende recaudar 8.200 millones de dólares un tema muy importante es el factor equitativo: que paguen más los que tienen más.

Si bien Chile se ha relacionado más "hacia afuera", más hacia los países del Pacífico que hacia los de la región como los del Mercosur, Uruguay ha aumentado sus exportaciones hacia Chile de manera sostenida en los últimos años. ¿Cómo se entiende este hecho dentro de ese marco?

Tenemos un comercio exterior y relaciones comerciales bastante equilibradas: con Asia del Pacífico, con Europa, Estados Unidos y también con América Latina. Participamos como asociados del Mercosur por un tema de aranceles ya que nuestra economía tiene “arancel cero”. Además, somos parte de la Celac y de Unasur.

La posición de nuestro canciller es participar coordinadamente tanto en la Alianza del Pacífico como con el Mercosur, que estas dos instancias tengan coordinación de trabajo. Creo que este es un planteamiento muy interesante para Chile y para Uruguay también, como observadores de la Alianza del Pacífico. En un mundo globalizado las soluciones también tienen que ser globalizadas. En un mundo regionalizado, las soluciones también tienen más efectividad en la medida en que no se trabaja individualmente sino como región. Nosotros tenemos un intercambio importante con Uruguay, tenemos inversiones chilenas en el orden de 1.700 millones de dólares e inversores uruguayos en Chile, en menos cuantía. Nos interesa que las relaciones se desarrollen y se potencien y que Chile sea parte activa de las instancias regionales.

¿Se mira hacia Uruguay desde Chile en este momento, sobre todo en lo que son las reformas sociales que han ocurrido en el tiempo reciente?

Chile siempre le ha tenido mucho cariño a Uruguay. Es bien conocida la relación que tenemos. Para nosotros, Uruguay siempre ha sido un símbolo de un país que ha ido primero o a la vanguardia, en cierta manera. En este último tiempo, ha sido sorprendente que un país pequeño como el suyo ha dado un salto cualitativo que ha sido capaz de avanzar al matrimonio igualitario, a la despenalización de la marihuana y del aborto. Personalmente, yo miro eso como un camino al cual llegaremos nosotros
también. Creo que ustedes en eso han ido más rápido.

La presidenta Bachelet ha dicho que la sociedad está más madura y recién tenemos la posibilidad de plantear el aborto terapéutico por tres causales -peligro de la madre, inviabilidad total del feto o violación- pero no es un aborto libre. Ese es un debate que hay que hacer. Está hoy día regulándose lo que llamamos la vida en pareja que es un paso que espero que le seguirá en el futuro a que podamos llegar al matrimonio igualitario.

Sobre la marihuana, en Chile no está penalizado el consumo privado no concertado de la cannabis pero sí el autocultivo. Yo presenté una moción, que espero que sea tramitada, en la que se dé un acceso al autocultivo, con un registro y en cantidades restringidas. Si no se tiene acceso se termina siendo preso de vándalos o narcotraficantes.

Me impacta ver a Uruguay cómo ha ido a la vanguardia de ese sistema valórico, por decirlo de alguna manera, pero tienen una falta. Están quedando atrás, junto a Chile, justamente, en la representación de las mujeres. La forma que se hizo en Uruguay por una sola elección en insuficiente. En Chile, si se aprueba la reforma, es para cuatro elecciones sucesivas. Tiene que darse un lapso de tiempo para que la sociedad tome más conciencia, para que las mujeres tengan más oportunidades y, poco a poco, vayamos llegando a una mayor paridad.

¿Cómo se coloca la sociedad chilena respecto a estos temas?

En la sociedad chilena provocaron mucho impacto y conmoción estas legislaciones que ha tenido Uruguay. Además, en su última visita a Chile, el presidente Mujica dio una conferencia en la sede del excongreso en Santiago donde había unas 500 personas y fue un éxito rotundo, sobre todo de gente joven.

Creo que tienen una tremenda admiración por él, en el sentido de poder escuchar a la máxima autoridad de un país con la sencillez que explica las cosas y la forma en que mira la sociedad sin caer preso en ese consumismo desatado que muchas veces convive entre nosotros. Fue muy notable. Los jóvenes lo veían como alguien que de verdad transmite algo y que se siente. Ven una coherencia entre la vida personal que lleva con lo que está diciendo.

Por desgracia, muchas veces los presidentes están alejados de la ciudadanía por razones de seguridad o distintos motivos. Esto motivó aún más que los chilenos se fijaran en Uruguay. Siempre hubo fijación pero ahora nos hizo sentir que su país había avanzado mucho más. En lo personal, espero que alguna vez lleguemos a eso mismo.

¿Qué tiene de su padre como política? No tanto en lo ideológico sino en la gestión, en la metodología.

Es difícil decirlo. Son épocas bien diferentes y algunos temas son los mismos como la justicia social o la no-desigualdad pero también inmersos en realidades muy distintas como la que había en esos años. Creo que la única identidad común que uno tiene es la que elige cuando uno entra en la política o al servicio público: que una está convencida de que debe trabajar para lograr una sociedad más inclusiva y que debe haber esa posibilidad. Para lograrlo hay que jugársela y comprometerse con aquello. Creo que ese es el sentido más profundo. En lo demás, no soy yo la que pueda decirlo.

Para mí, mi padre siempre ha sido un ejemplo de consecuencia, de lealtad, de pedagogo social. Recorría el país dialogando, siempre explicando muy pedagógicamente a la gente los sueños que tenía: había que nacionalizar el cobre y recuperar nuestras riquezas. En definitiva, un luchador social en el que siempre la ética estuvo de la mano como líder político y creo que eso es muy valorable.

Es maravilloso porque, hoy en día, en las grandes manifestaciones que hay en la calle de los estudiantes -que han salido por años a enseñarnos y decirnos que necesitamos una educación gratuita y de calidad-, la única imagen que los acompaña es la de mi padre. Esto es un orgullo porque es el reconocimiento de gente joven que no alcanzó a vivir esa época pero ven a un luchador coherente y consecuente, algo que yo también decía en relación al presidente Mujica. La gente que estaba en ese auditorio estaba muy conmocionada porque les transmitía algo que se les hacía creíble y cercano.

Entonces, ¿nota similitudes entre Mujica y su padre?

Por lo menos, en ese aspecto, claramente, en que la ética y la política tienen que ir de la mano. Yo creo que lo que hace el presidente Mujica, en el sentido de su vida personal, es coherente con lo que dice respecto al exceso del consumismo, al predominio del mercado y cómo hay que trabajar para mejorar la calidad de vida, por supuesto.