El actor que no se va

Jorge Bolani busca la letra de la canción de Leonardo Favio en internet para repasarla. Su mujer, en una sala de atrás, lanza una carcajada cuando se entera de que la va a cantar. El actor juega el juego: piensa que capaz es mejor que alguien más cante el coro de Hoy corté una flor o que quizás rinda más que haya una parte recitada. Cantando, Bolani recuerda una escena memorable de la película Whisky, en el hotel Argentino de Piriápolis.

Actualizado: 18 de julio de 2014 —  Por: Redacción 180

El actor que no se va

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Durante la entrevista, cuenta de qué se trata la obra que está realizando en el teatro y se le escapan los tonos y los movimientos de su personaje. Y practica y canta y se tienta.

Bolani tiene 70 años y este año se jubila como actor del cuerpo estable de la Comedia Nacional, donde trabajó 10 años. Fue una jubilación que le impuso la normativa municipal y que él hubiera postergado. No me jubilo -dice- me jubilan. Se jubila, pero no deja el teatro, porque esa es su genética y su mayor amor, y porque bien o mal –dice él con sencillez- es lo que sabe hacer.

¿Cómo estás viviendo retirarte?

Es una experiencia agridulce. No me voy a retirar del teatro, me apuro a decirlo ya. No me voy a ir del teatro, porque es una forma de ser, una forma de vivir y no lo digo por la retribución económica. Tengo esa genética personal, no podría agarrar un pincel para ver si capaz me sale algo. Agarrar un instrumento y estudio un poco, me rompo el lomo y capaz que toco un poquito de piano o guitarra, que son instrumentos que me gustan. No, lo mío es actuar. Yo, lo mal o regular o bien que sé hacer es esto. Retirarme de la Comedia Nacional es un mojón de 10 años que me dio muchas satisfacciones y me siento gratificado mayormente.

Pero, ¿por qué te vas?

Porque te van. Porque llegás a una edad en que la regulación municipal dice que te tenés que jubilar. Me jubilan. Bueno, llegó el momento.

¿Te hubieras quedado un poco más?

Tal vez.

Bolani entró a la Comedia Nacional con 60 años. Explicó que los actores de la comedia no son funcionarios públicos presupuestados. Se trata de contratados municipales renovables y que pueden renovar el contrato cada año. Para este actor –como para la mayoría- hacer teatro y cobrar un sueldo fijo por hacerlo fue como “el sueño del pibe”. Entró grande y para él fue un premio a su trayectoria.

Supongo que es bastante excepcional que un actor ingrese a la Comedia con 60 años.

Sí, lo tomé como un premio a la trayectoria. Un privilegio, realmente. Que te contraten de un lugar donde hacés tu pasión, tu vocación, tu profesión y te pagan un salario. Es como el sueño del pibe.

¿Cómo es el ingreso?

Tenés dos vías: el concurso, que tiene sus mecanismos propios, o por designación directa. El director de la Comedia Nacional te llama y te dice “quiero que vengas al elenco”. Así me pasó a mí.

Bolani destacó la estabilidad que le dio poder trabajar allí, dedicarle seis horas diarias al teatro, estudiar todos los días, tener un sueldo y aportes estables, profesionalizar el trabajo.
Antes, como muchos, Bolani tenía un trabajo de 8 horas que no tenía nada que ver con el teatro. Durante 33 años fue empleado de una concesionaria de autos. Trabajó 12 años con Julio César Lestido y 21 años más con Sevel Uruguay.

¿O sea que de autos sabés?

Algo sé.

Hacías eso y hacías teatro.

Hacía teatro cuando llegaba a mi casa, me tomaba una merienda y me iba de noche, primero, a los cursos y cuando los terminé, iba a ensayar obras.

¿Cuál es el mayor riesgo de hacer teatro independiente?

El teatro independiente se mueve en base a grandes esfuerzos. A veces, uno puede caer en embarcarse en experiencias artísticas que no colaboran mucho con tu formación y con tu trabajo actoral. Este país es maravilloso porque abrís el diario o mirás en internet y hay 40 o 50 espectáculos por fin de semana. Pero no todo es igual, hay de todo en la viña del Señor… Hay espectáculos que realmente dejan mucho que desear, pensando en su a calidad artística. Entonces, podés hacer algo que es medio grave que es no respetar tu carrera.

Estando en la Comedia Nacional ¿no se puede participar en otro proyecto teatral?

No podés, sos exclusivo, por contrato. No podés actuar en otro lado.

No es una cuestión de tiempo, es que no se puede.

Directamente no se puede. La Comedia Nacional tiene todas esas características del sueño del pibe pero tú no podés elegir el rol. Esa parte es medular porque no hay autonomía para los actores. Es decir, el actor no elige lo que va a hacer, se lo dan. Te asignan una obra y te asignan el personaje. Entonces, podés ser el protagonista o podés ser un señor que entra y dice “¿qué tal? ¿Cómo le va? Me alegro de verla”, y se terminó y no hacés más nada. Te hice un ejemplo extremo, ¿no?

O sea que el sueño del pibe tiene sus limitaciones.

Ah, sí. Como todo en la vida.

¿Qué se viene ahora?

Los que creo que puedo llegar a hacer no sé si te los voy a decir. Que me disculpen todos los que van a escuchar esto pero en este medio somos pocos, nos conocemos y, a veces, opera eso de “te gano de mano y lo hago yo”. También, como en toda actividad del ser humano, existen los celos, envidas, que me disculpen mis colegas, pero… ¿y si te gano de mano y lo hago primero? Entonces, ir a Agadu a presentar un proyecto para que te coticen los derechos de autor de determinada obra es ir con el corazón en la boca. El personal de Agadu te dice: “ah, sabés que esta obra la pidieron”. Eso quiere decir que la va a hacer alguien.

Bolani lleva 46 años actuando, en cerca de 100 espectáculos. Estudió teatro en la Escuela de Arte Escénico del Teatro Circular y fue parte del elenco durante 29 años. Esa experiencia fue esencial para él, sobre todo, porque les tocó hacer teatro en dictadura.

Recordó cómo era ser actor en dictadura. El cierre del teatro El Galpón, la persecución a la cultura, la desaparición de colegas.

Despertarte un día y enterarte de que cerraron El Galpón, lo confiscaron y se llevaron gente. Eso fue un momento terrible, en el 76. El teatro El Galpón era una bandera política del Partido Comunista y la dictadura lo tenía que voltear, y lo volteó. El Teatro Circular era básicamente de izquierda, pero no había un embanderamiento ni un involucramiento con la política partidaria. Pero nosotros, de alguna forma, también estábamos esperando que vinieran a cerrar el Teatro Circular. Pero no sólo fue lo que pasó con El Galpón, sino que se llevaban presos y desaparecían compañeros del medio teatral, -no sólo actores, también músicos, otros artistas- y eso lo vivíamos a diario. Era terrible.

El teatro jugó un rol clave en la resistencia a la dictadura, ¿cómo lo vivían?

Estamos hablando de una época en que salías a la esquina y no podían conversar tres personas juntas en una esquina porque había que disolverse. En cambio, el teatro era un lugar de reunión. ¡Aprovechémoslo, por Dios! Nos aguzó el ingenio y la capacidad de cómo comunicarnos y seguir en contacto con el prójimo. Se hacían obras como “El Herrero y la muerte”. (de Mercedes Rein y Jorge Curi) .

Esa obra es una leyenda.

Exacto, es un mito real del arte teatral uruguayo. Esto que te estoy diciendo es textual, lo decía el Gaucho Miseria: “y nunca debés abusar de un poder porque tarde o temprano se paga”. Cuando la gente escuchaba eso, estallaba.

Durante su carrera Bolani fue cambiando su forma de hacer y sentir el teatro. Dice que al principio era muy racional y tenía todas las locuras del introvertido.

Algunos actores dicen que por momentos se convierten en el personaje. Otros afirman que la actuación es más racional. ¿vos cómo sos?

Cómo voy siendo, porque uno va cambiando. Cuando empecé, era excesivamente racional porque como persona -ahora soy mucho menos-, muy introvertido. Para el introvertido, la procesión va mucho por dentro. Te tragas todo, te agarrás gastritis, presión nerviosa.... todas las locuras del introvertido. Lo mismo lo empecé a trasladar al mundo del teatro cuando empecé a formarme como estudiante de teatro. Tenía muy buena memoria pero me costaba largar, dejarme llevar, son resistencias. Te vas poniendo barreras. Todas las locuras del introvertido.

Y el teatro te ayudó para mejorar ser más desenvuelto?

Muchísimo. Me ayudó en la vida. ¡Pero ojo, ahora tengo cada locura tremenda! En otras épocas, llegaba a mi casa y mis hijos me decían: “che, Papá, volvé. Bajá un poquito”, porque estaba haciendo gestos o hablando en una tonalidad de actor de teatro. “A mí hablame bien. Bajá del actor. Dejalo ahí, un poquito, en el rincón”, me decían. O salía a la calle y gesticulaba. En una época, veraneaba mucho en El Pinar y todo el mundo estaba en medio del asado y yo me iba, me internaba entre los árboles y las dunas de El Pinar, miraba la luna y sentía el amor que sentía como personaje por fulana de tal.

Tenías una locura divina.

Jajaja. Mira que no me estoy criticando, al contrario, estoy contando una cosa que es parte de mi vida. Ahora no, lo suplo de otra manera, creo yo. Ahora tengo reacciones de loco, pero son esporádicas o “esparódicas”, como decía un amigo mío. Me gusta mucho esa palabra: “esparódicamente”.

Bolani cuenta que ahora logra un mayor equilibrio entre razón y emoción en el escenario y cree que quizás esa sea la mejor combinación para actuar. Hoy, con 70 años, dice que no cree en las varitas mágicas ni en los actores iluminados.

Un día te sale una reacción en el escenario que vos decís “esto está saliendo redondo”, como que lo agarraste al 100%. Realmente lo notás. Pero si no trabajaste primero, no esperes nunca esa famosa gota de inspiración. No creo en el “mirá que este actor tiene un talento...”. Bueno, con el talento sólo no vas, yo creo en el trabajo.