El cambio fue estructural. La Federación Alemana tomó el modelo de las mejores escuelas formativas del mundo: la francesa Clairefontaine a nivel de selecciones y la del Ajax holandés entre los clubes. Con apoyo equitativo se asistió a los clubes para poner en funcionamiento academias con la mejor infraestructura y formadores capacitados. Fue un requisito indispensable para otorgar la licencia de competencia. Se generó una identidad propia sembrando con trabajo metódico desarrollado con niños desde los nueve años.
Hay que agregarle la mezcla de razas; muchos de los jovencitos tienen padres y abuelos que nacieron fuera de Alemania. Más allá de resistencias -algunos no cantan el himno-, la cantidad aumenta las posibilidades en busca de la calidad.
Consolidarse es probable si al llegar al puro profesionalismo le agregamos una de los campeonatos mejor organizados. En la Bundesliga el 51 por ciento de la propiedad permanece en manos de las instituciones para mantener el control y evitar el aterrizaje de magnates con dudosas inversiones. El dinero de la televisión se reparte considerando la historia y el presente; se hace una relación de rendimiento de los últimos cinco años y además, hay un plus por la cantidad de futbolistas aportados a las selecciones.
Neuer, Boateng, Mertesacker, Howedes, Ozil, Kroos, Schürrle, Müller, Götze y Draxler salieron del programa de formación juvenil. Crecieron, evolucionaron y la mayoría conoció el éxito en categoría sub 21.
En Brasil nunca perdieron la calma ni el estilo. Empezaron con un golero que redescubrió el puesto: llenó el arco; atajó cerrando ángulos y lo hizo para el equipo y no para la foto; dominó los espacios y jugó con los pies siempre seguro. Nunca boleó una pelota; sus salidas largas fueron con la mano y llegaron a destino. Más que un guante mereció un balón dorado.
Alemania puso el bloque en media cancha asumiendo riesgos. La sacaron siempre limpia con un tejido interno combinado con despliegues laterales para concluir en un ataque que combinó movilidad con efectividad. Todo desarrollado con frescura y armonía.
Cuando hay proyecto la improvisación no tiene lugar. Argentina fue un digno rival. Un equipo que creció en el torneo cuando adquirió idea de conjunto y dejó de depender de fugaces apariciones de los “distintos”. El periodismo argentino que llena espacios en las grandes cadenas, nacionalista y resultadista, recién descubre que el compromiso es la base y que un orientador serio y criterioso puede marcar el camino correcto. Pero no es suficiente. Grondona se ha perpetuado en el sillón de la AFA. Desde hace 35 años ha sembrado sospechas de corrupción y manejos arbitrarios. Los clubes se consumen entre deudas y pedidos de quiebra y en 2015 van a aumentar la cantidad a 30. Un descalabro.
Así todo, en este barrio siempre serán fuertes. Las disputas a nivel de selecciones sudamericanas son las más complicadas y competitivas. Asoma la Copa América de Chile y una Eliminatoria que tendrá a Brasil como dificultad agregada.
Los brasileños ingresan en una etapa de recuperación de identidad. El duro golpe plantea el debate existencial. El desvío llevó años porque la genética no se pierde de manera fugaz. Les sobra materia prima pero no tienen orientación. La Federación cambiará de autoridades entre indicios de corrupción. Los clubes deben 1.700 millones de dólares y la asociación de jugadores clama por un calendario racionalizado.
Igual se presume muy difícil: Chile encontró identidad de juego con Sampaoli; Colombia recuperó su esencia y Pekerman le agregó el método; Venezuela sigue en proceso de crecimiento aunque le falta timón; Paraguay está en pleno recambio generacional; Perú adquiere barniz internacional siendo sparring como lo fuimos en 2006; Ecuador perdió el rumbo y Bolivia sigue sin encontrarlo.
La próxima Copa América pondrá en juego el prestigio ganado y será la oportunidad de seguir abriendo el grifo de la renovación sobre la base del trabajo realizado durante ocho años de proyecto cuidado. Pero todo dependerá de las elecciones del próximo jueves 31. Mientras tanto se arma la trama de los intereses entre los más chicos que promoverán la candidatura que surgirá de la línea que les bajen y los grandes que presionarán para mantener el espacio de poder que recuperaron. Ninguno propone una plataforma de acción.
Está pendiente la venta de los derechos del ciclo 2014 – 2018 rumbo a Rusia. La transacción se posterga peligrosamente. Es la única federación del continente que no resolvió el tema. Mientras se dilata, se debate, fijando el piso pretendido en unos 15 millones. Una simple referencia numérica: la Asociación Nacional de Fútbol Profesional vendió los derechos de la selección chilena hace un año y medio. Negociaron la señal nacional abierta, internacional, cable, internet y de cualquier otro formato, más los derechos gráficos de las transmisiones de los partidos de la roja como local en el próximo proceso clasificatorio. Además, la ANFP cedió los derechos de la marca para negociar nuevos sponsors y el placement, que es el posicionamiento de la publicidad en los lugares donde se exhiba el “producto selección”, como estática en el estadio, conferencias de prensa, etc.
En Uruguay, la AUF recuperará la “marca selección” recién en 2016 por una gestión del Ejecutivo de Bauzá. Casal hará usufructo de los beneficios durante una década y media por una adjudicación de Figueredo cuando estaban en sintonía.
El fútbol chileno vendió sus derechos de selección en 106 millones de dólares que se empezarán a pagar desde este año. Acá hay dirigentes de clubes que cuestionan la inversión pidiendo que la selección los subvencione.
Entendiendo la diferencia enorme entre los mercados; ¿no sería saludable que se dediquen a negociar dignamente el producto valorizado que Tabárez les pone entre manos? Si lo venden como corresponde no tendrían que andar pidiendo como de costumbre. La chatura del mercado los consume. Promover la pobreza es la mejor manera de mantener el control de los que ejercen el poder, de hecho y con derechos. La clase dirigente del fútbol uruguayo transita desde hace años por una indefensión aprendida. La opresión constante generó una percepción de devaluación asumida.
(La indefensión aprendida es un tecnicismo; se refiere a la condición de un ser humano o animal que ha "aprendido" a comportarse pasivamente con la sensación subjetiva de no poder hacer nada y que no responde a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación aversiva).