“En Uruguay el proceso de descentralización, en todos los niveles, es en realidad un proceso de desconcentración, con algunas pocas facetas realmente descentralizadoras”, sostiene la investigación “Desarrollo económico y disparidades territoriales en Uruguay” del economista Adrián Rodríguez, en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Desde la perspectiva de la descentralización para el desarrollo de las regiones la investigación señala que en Uruguay más que descentralizar lo que ha ocurrido es una desconcentración, donde el poder, las decisiones y los recursos siguen estando centralizados en el gobierno nacional.
“La tendencia que se observa no es con un ánimo de restar recursos al interior, pero sí con un ánimo de centralizar y después redistribuir en todos los casos”, dijo Adrián Rodríguez a No toquen nada.
El economista mencionó que en Uruguay el gobierno nacional funciona como cohesionador tratando de equilibrar los departamentos a través de las transferencias presupuestales.
“Por ejemplo, toma la postura de decir dejemos a Artigas liberado a su propia capacidad de generar recursos y lo mismo con otros departamentos. Y seguramente la brecha entre Artigas y Maldonado va a ser cada vez más grande porque un departamento comparado con el otro tiene una base imponible de impuestos más grandes, mayor actividad económica, mayor dinámica, mayor capacidad contributiva y recaudadora”, explicó Rodríguez.
Manifestó que el rol de las transferencias es importante para lograr cohesión territorial, pero que hace falta generar capacidades que permitan crear recursos “propios y genuinos”.
Con la mejora de la economía, el peso de los ingresos de origen nacional en los presupuestos departamentales han crecido ininterrumpidamente. En 1989 las transferencias de recursos del gobierno central tenían un peso de menos del 20%. Para 2010 el peso aumentó al 42% del presupuesto total promedio.
“Si bien la tendencia al crecimiento en los ingresos presupuestales totales de los departamentos puede llevar a presumir un mayor margen de maniobra para realizar sus tareas y cumplir sus responsabilidades y planes, el hecho de que el componente transferencias sea tan grande pone un poco en cuestión esa suposición”, destaca el informe.
El investigador recordó que “la constitución del 96’ genera la posibilidad de crear nuevos impuestos en la órbita departamental, puestos por los departamentos, recaudados y utilizados por los departamentos; y eso no se ha utilizado”.
Rodríguez dijo que en realidad no hay ni buenos ni malos, ni una lucha de los gobiernos locales por reclamar descentralizarse ni del gobierno central por ceder poder.
“Es como una cuestión de ida y vuelta, hasta cultural donde a veces no es un bueno y un malo de la película. Muchas veces el centralismo se promociona mucho más fuerte desde lo local que desde el propio gobierno nacional. A veces hay que ver cuando algún gobierno local pide más descentralización o más desarrollo local a ver qué es lo que está pidiendo. Capaz está pidiendo más transferencia, más apoyo del gobierno central, un gobierno central más presente en ese departamento”, concluyó Rodríguez.