Llega algunos minutos retrasado y estaciona mal su camioneta roja. Entra, se pide un jugo de mango y se dispone a hablar con 180. Le suena uno de sus dos teléfonos. Lo atiende. Corta y ahora sí está listo. Pero la conversación se demora unos minutos más. Ve cómo los inspectores de tránsito caminan hacia su vehículo, se levanta de la mesa, sale a la calle y da una vuelta manzana para estacionar en un lugar permitido. Vuelve a entrar. Parece ser una buena síntesis de la vida de Flavio Perchman. Presidente de Aguada, representante de futbolistas, gerenciador de Rentistas.
Fue en el 88 cuando le dijo a sus padres que iba a trabajar para poder costearse el viaje al Mundial de Italia 90. Cumplió con su objetivo. En un tren durante la Copa conoció a Carlos Lorenzo, histórico dirigente aguatero, y a la vuelta entró en la directiva del club del que se hizo hincha siendo niño.
“Tenía 10 años y no tenía ninguna raíz aguatera. Fui con amigos de Macabi a ver un partido contra Aguada en la vieja cancha que tenía Hebraica. Y no pude parar de mirar a la hinchada de Aguada”, dice Perchman.
Después de aquel período en la directiva se alejó del básquetbol. “Me gusta mandar y tener mucha incidencia y para eso tenés que estar más arriba. Me fui pensando que un día iba a volver como presidente”, confiesa. Tenía claro cuándo: “Sería el día que estuviera en una situación holgada en lo económico y cuando hubiera posibilidades de hacer algo”.
“Me empecé a acercar en el 2011, de a poco, impulsado por algunos amigos de mi vieja época de fútbol de salón en la Asociación Cristiana de Jóvenes y después me empezaron a proponer por qué no era el presidente. Al principio lo descarté pero después en un momento dije ¿por qué no?”
¿Y por qué sí?
Me gustan los desafíos, son el motor de mi vida, necesito reciclarlos cada tanto para vivir. Y Aguada calzaba justo. Llevaba 36 años sin ser campeón, llevaba mucho tiempo que no cambiaba determinadas cosas. La verdad que no fue ni planeado ni preparado pero cuando se dio la oportunidad me encantó.
A los que se meten en una directiva de básquetbol o fútbol sus allegados le dicen que están locos. ¿A vos qué te decían?
El 90% me decía que estaba loco en agarrar Aguada. “¿Qué te va a dar?”, decían. Además, en el básquetbol ponés un dinero que no tiene retorno. Pero ahora yo les digo “mirá todo lo que me dio”.
Fue por Taboada y llegó García Morales
En tus primeras declaraciones como presidente dejaste claro que la intención era ser campeón.
Sí. Eso no quiero decir que luego la pelota no pegue en el aro y salga. Pero tengo mucha determinación y, a pesar de que escucho mucho, es muy difícil que haga cosas en contra de lo que la intuición me dice.
¿Con qué te encontraste?
Con un club que había iniciado un proceso y, aunque con limitaciones a nivel financiero, era real que estábamos en un camino antes de que yo llegara. De hecho habíamos sido semifinalistas en las últimas Ligas.
¿Cuánta plata hay que poner del bolsillo para armar un equipo de básquetbol como el que armó Aguada?
En eso hay mucha fábula. Después de Nacional y Peñarol, Aguada es con luz el equipo que más recauda por esponsoreo. Tenemos una entrada cercana a 200.00 dólares anuales. Y vende butacas y palcos por 70.000 dólares anuales. A eso hay que sumarle recaudaciones y otras cosas que surjan.
¿Pero es fábula o es cierto que hay que poner plata?
Hay que poner plata. Sí. Pero mucho menos de lo que se dice por ahí. Entre allegados pondremos en el entorno de los 200.000 dólares al año, entre todos.
¿Esa intuición de la que hablabas hace un rato fue la que te llevó a contratar a García Morales?
La cosa fue así: fui a buscar a Emilio Taboada porque Leandro no estaba en el país. Y en una charla, el agente de ambos, Claudio Pereira, me comentó que estaba la chance de Leandro. Eso sí, cuando apareció la posibilidad supe que no la podía dejar escapar. Hice números y calculé cuestiones económicas pero también lo que podía ser Leandro para el club y me decidí.
Te salió redondo.
Hoy, con las cartas vistas, no tengo dudas que Leandro es el jugador más barato que podés tener. Mirá, yo estoy catalogado como un gordo culón porque las cosas que me han pasado al final siempre me salen bien. Sé que el azar es una parte de todo esto pero algo más debe haber. Gerencié a Racing durante tres años, con Juan Verzeri y Raúl Rodríguez, y llegamos a la Libertadores, casi lo máximo que podés aspirar con Racing. Ahora estoy con Rentistas desde el año pasado en la B. Subimos y somos la revelación del campeonato. En Aguada se habla si es esta la mejor etapa de la historia y se la compara con el cuatrienio. Debe haber azar pero debe también haber otras cosas.
¿Cuáles?
Una de ellas es que me pongo nervioso en muy pocos momentos. Pierdo muy pocas veces la tranquilidad a la hora de dirigir, las cosas que hago las hago por convencimiento y cumplo con lo acordado. Pensar lo que hacés y hacer lo que decís, esa combinación es fundamental. Que el jugador que sepa que va a ganar equis plata la gane, que la reciba el día que se dijo que la iba a recibir, que si se prometió tal cosa se cumpla. Otra cosa es que soy claro. Vos podés decir que no estás de acuerdo con lo que dije pero no que no entendiste. Igual, tengo claro que nadie gana siempre.
¿Es equivocado pensar que el plantel de este año, salvando las distancias, está armado con una lógica similar a la selección de fútbol? Es decir, más allá de las condiciones basquetbolísticas de Federico Bavosi o Rodrigo Trelles, pensaron también que son jugadores con un determinado perfil, con cabeza, cerebrales, de equipo, con un perfil profesional.
Es así. Yo me identifico mucho con ese estilo. Lo pregono. Hay un montón de cosas diagramadas hacia allí y a partir de un perfil de jugador inteligente, buen tipo, que priorice el grupo. Pero no me olvido tampoco de Alejandro Muro y Diego González. Aguada entero está agradecido con ellos.
Tu mandato termina cuando finalice esta Liga. ¿Tenés decidido no seguir?
Sí. Ya tengo decidido no seguir. No digo que un 100 por ciento porque nunca hay que decirlo en la vida pero hay un 95 por ciento de posibilidades de que no siga.
¿Y qué te dicen en el club?
Y… que me tengo que quedar, pero ya cumplí casi todas las pautas que me propuse en mucho menos tiempo y no está bueno que los clubes queden agarrados a una persona. Todo lo que se vivió fue muy fuerte en todo sentido, el reconocimiento que tuve también fue muy grande. Soy de los que piensan que está bueno que haya gente nueva que pueda encontrar caminos. Igual ahora quiero lograr que Aguada se consolide, que sea bicampeón, terminar este año logrando que haya una sucesión lo menos traumática posible. Que se quede Leandro por otros dos años y no largar a Aguada, quiero seguir ligado al club, lo que no quiero es seguir como presidente.
¿Querés dejar de ser presidente de Aguada para ser presidente de Nacional?
No. Eso no. Sí quiero ser presidente de Nacional. Soy hincha de toda la vida y tengo un amor muy importante por el club. Siempre pensé que iba a ser presidente de los dos clubes y no niego que lo de Aguada me sirvió como una plataforma hacia afuera y también hacia adentro, porque una cosa es lo que yo creía que podía hacer y otra lo que vi que puedo hacer. Además, de fútbol tengo mucho más conocimiento que el básquetbol aunque hay pautas de funcionamiento que es en común para cualquier club que uno dirija.
¿Y es compatible tu rol de agente de jugadores con el de presidente de un club?
A mí no me generaría ningún problema desde el punto de vista personal porque tengo una ética y unos valores que no voy a cambiar para ser presidente de Nacional. Pero tengo claro que en algún momento voy a tener que tomar una distancia de eso para poder cumplirlo. Me costaría llevar a Juan Manuel Olivera a Peñarol, es evidente.
O sea que intentarás ser presidente de Nacional pero no después de Ache.
Exacto. Me considero un tipo joven, tengo 47 años, no tengo que entrar en la vorágine de lograrlo ya.
“Ya no se gana llevándose todo por delante”
¿Cuál es el mayor cambio que lograste en este tiempo?
Un cambio de hábito. La pasión hay que mantenerla pero hay que tener cierta ubicación. La gente entendió que hay que respetar, que no se gana solo gritándole a los jueces y llevándose todo por delante. Si no, no hubiéramos estado 36 años sin ganar. Si fuera por gritos, Aguada, Goes y Atenas ganarían más de lo que ganan.
¿Se mejoró en las inferiores?
Ese es un tema. No sé cuántos años hace que Aguada no sacá un jugador para las selecciones juveniles uruguayas.
¿Por qué pasa eso?
Hay una acumulación de cuatro equipos que no le hace bien el básquebtol. Malvín, Biguá, Defensor los sacan y Hebraica, en todo su derecho, los va a buscar al interior y los compra. Además, salvo Biguá, los otros tres son los que más compran. Y esa acumulación es mala porque los jugadores terminan sin jugar.
En un cuadro popular supongo que también debe haber sido todo un tema el trato con el sector más conflictivo de la hinchada. ¿Cómo llevaste esa situación?
La llevé bien. Con un diálogo frontal y pautas de convivencia. Quizá a veces los más difíciles de frenar son los gurises, que se le van de las manos hasta a los referentes de la hinchada. Algunos han hecho alguna estupidez pero creo que nadie puede decir que Aguada no dio pasos firmes para apaciguar y controlar a sus hinchas.
¿Y socialmente qué queda?
Lo más importante me parece que es el break en la mentalidad. Pero no lo único. Logramos que el club se abriera hacia Marmarajá porque antes solo daba a San Martín. Para mí no es un cambio menor. Queda esa zona más iluminada, un estacionamiento más grande, un gimnasio de primer equipo excelente, una lavada de cara al parqué importante, el vestuario de los jueces y locatario hechos a nuevo.