“Se trata de por lo menos 2190 instrumentos que tienen vicios en cuanto a su presentación, reñida con las normas formales”. Esto expresaba el fiscal de gobierno Miguel Toma sobre el largo proceso de la DGI con Casal. Esos vicios de forma fueron en algún momento titular de prensa, salieron antes de que el gobierno divulgara el informe del otro fiscal de gobierno, Borrelli. Ese informe es el que cita a Toma.
La Comisión Permanente del Parlamento recibió a Bergara, en régimen de Comisión General, a los efectos de que informe sobre las características y fundamento jurídico de la decisión del Poder Ejecutivo por la cual se clausuraron los procedimientos fiscales relativos a Casal.
“Tiene 2000 vicios de forma. No sé cuántas fojas tendrá el expediente pero es una proporción de vicios respetabilísima. Entonces yo me pregunto: con la tramitación desde el año 2005 con el ministro (Danilo) Astori y la que prosiguió después, ¿se quería perseguir al señor Casal? Porque 2000 vicios, fojas, documentos que no están traducidos... el fiscal Borrelli escribió 50 o 60 páginas sobre esto. ¿Es común que la Impositiva lleve adelante un expediente y se equivoque tanto?”, preguntó Lacalle.
Bergara hizo un raconto exhaustivo de fechas y resoluciones. Allí mencionó los vicios de forma. “Casi en su totalidad se explican por el hecho de que el expediente se procesó con fotocopias simples en lugar de fotocopias autenticadas por escribano. Lo que planteó en su momento la DGI es que entendía que las fotocopias simples tenían la validez necesaria porque había sido documentación presentada por el propio contribuyente. Eso explica ese número abultado al que se hacía referencia de los 2000 vicios de forma”, afirmó.
Entonces se trataba de fotocopias sin autenticación por escribano pero que habían sido presentadas por Casal. Por eso la investigación que se hizo en la interna de la DGI llegó a que se cometieron algunos errores pero no se inició ningún sumario.
Cuando Lacalle comenzó a hablar la idea era que la oposición iba a exponer dudas sobre toda la situación no solo sobre la actuación de la DGI.
“El episodio de carácter tributario vivido por una notoria personalidad diría que política y deportiva vinculada al gobierno, conocido o amigo del presidente de la República... Es decir, no es una empresa cualquiera la que ha protagonizado este sainete. De otra manera no se puede llamar”, dijo el expresidente.
Lacalle además de hablar de sainete se refirió a una “tranza” y de un empresario que tiene “peso político” y “amigo del presidente de la República”. Se podía suponer que además de un cuestionamiento al accionar de la DGI también se iba a criticar el archivo del caso por una deuda que tenía Casal y que estaba explicitada en lo que decía el asesor que contrató el gobierno, uno de los fiscales de gobierno y cuatro jueces en lo civil, un magistrado en primera instancia y tres en el Tribunal.
Nada de esto pasó. La oposición rápidamente viró a cuestionar a la DGI, a hablar bien de Casal en muchos momentos e incluso Lacalle dijo que lo que sufría el empresario era “envidia”. Y el resumen es que “los chambones” fueron los de la DGI.
“Qué chambones los de la DGI, ¿no? Porque en sede penal la desestimaron, la prescripción se la corrigieron, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo está a punto también de darle la razón al señor Casal. No sé si hay sentencia del TCA”, dijo el expresidente.
Lacalle preguntó si existía ese fallo. No lo hay porque la Presidencia archivó la causa y, justamente, esa era la razón por la que Lacalle convocaba al ministro Bergara. El TCA estaba esperando para fallar. Toma y Borrelli opinaban diferente, sobre si Casal debía o no. Además iba a tomar la opinión de otros asesores y según averiguó No toquen nada con uno de sus miembros, el TCA iba a fallar.
Lacalle finalizó con la conclusión de que Casal era un perseguido. “No me cabe duda de que Casal fue perseguido por la administración, surge claramente que no existían nada más que muy tenues indicios de los errores o faltas de carácter fiscal. Cuando repasamos que hubo retroactividades que están prohibidas, que se calcularon mal los tiempos de prescripción. Claro... después se bajan de 100 a 10, como diciendo 'no era para tanto'. Acá hubo una actuación que no nos gusta”, dijo Lacalle.