Campiani llegó a declarar con la convicción de que en la noche embarcaría rumbo a Estados Unidos y nunca pensó en quedar procesado.
Finalmente el viernes quedó detenido y el sábado la Justicia lo procesó con prisión por un delito continuado de estafa especialmente agravado junto a sus dos socios.
La jueza Adriana de los Santos señaló una serie de maniobras, estratagemas y engaños artificiosos que le permitieron concluir que Leadgate y sus socios “conformaron un grupo criminal organizado”.
La estrategia de la fiscalía, de acelerar los trámites el viernes, incluyó un pedido de cierre de frontera y luego la detención. Según confirman las fuentes judiciales hubo temor de que los indagados huyeran del país.
Los tres directores llegaron del exterior en la semana y todos tenían pasajes para las hora siguientes; dos de ellos a Estados Unidos y uno a Buenos Aires. Incluso Campiani, en un momento de la tarde del viernes, cuando se extendía el interrogatorio, pidió para llamar a la compañía aérea a cambiar el pasaje para el otro día.
Campiani estaba tranquilo de que salía en un rato del juzgado. Incluso, en un momento del interrogatorio del viernes declaró que sus derechos no fueron violentados. La consulta al respecto llegó porque Campiani había hecho declaraciones previas en ese sentido en la prensa. Campiani, que en ese momento de la tarde del viernes estaba seguro de que se iba a Estados Unidos, dijo que sus derechos fueron respetados.
A esa altura el fiscal Juan Gómez ya tenía la convicción de pedir el procesamiento y la jueza lo acompañó. Ambos opinaron que el objetivo de los empresarios siempre fue tomar una empresa con dificultades como lo era Pluna, mejorarla y de inmediato vender su participación y que “para conseguir tal objetivo era necesario presentar balances que no respondían a la realidad, hacerlos tardíamente, retacear la información a los directores públicos y contratar consultas con especialistas que reflejaban visiones parciales, siempre beneficiosas a los intereses de los indagados”.