El barra que rescató al goleador

En el peor momento de su carrera, Jonathan Rodríguez se acercó a un ex barra de Peñarol que lo aconsejó y le hizo de intermediario al firmar su contrato. Edgardo Lasalvia contó a 180 cómo el goleador del clásico “abrió los ojos” y se dio cuenta “de la chance que tenía”.

Actualizado: 26 de noviembre de 2013 —  Por: Diego Muñoz

El barra que rescató al goleador

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“Jonathan, volvés a Tercera”. Cuando escuchó esas palabras de boca de Jorge Polilla Da Silva, a Jonathan Rodríguez se le vino el mundo abajo. El mismo técnico que lo había ascendido a Primera a comienzos de 2013, lo mandaba a Tercera División debido a problemas personales que el jugador asumía en la interna del club.

El pibe de Florida no tenía claro qué hacer. En 2010 ya había venido a entrenar al club del que es hincha pero al poco tiempo se volvió a su ciudad natal. Un año más tarde, el entonces encargado de las juveniles de Peñarol, Víctor Púa, se contactó con el técnico del Atlético Florida, Sergio Pardo, para darle otra oportunidad.

Pardo lo convenció, lo trajo y le dio trabajo en su pollería en Montevideo. Llegó a la Cuarta División con 17 años desde el Atlético Florida mediante un acuerdo que le permitía a Peñarol comprar su pase en 7.000 dólares. Al poco tiempo Rodríguez ya mostraba su capacidad dentro de la cancha. A fines del 2012 Peñarol pagó los 7.000 dólares para quedarse con el jugador y enseguida Da Silva lo ascendió al plantel principal.

Pero la decisión de bajarlo a Tercera lo sacudía de nuevo. Para colmo, sintió que quien lo representaba en ese momento no lo estaba ayudando. Allí fue cuando estrechó el vínculo con el “Chino” Lasalvia, a quien había conocido al llegar al club.

“Cuando quise acordar pasábamos tres o cuatro horas juntos por día, comíamos juntos, hablábamos de un montón de cosas”, contó Lasalvia a 180. “El mérito total de cambiar lo que estaba viviendo fue de él porque fue él quien pidió ayuda. Mi tarea fue hablarle para que abriera los ojos y se diera cuenta de dónde estaba y la chance que tenía”, agregó.

Lo que dice Lasalvia lo confirman desde dentro del club. “Lo ayudó mucho. Le dio una mano, lo aconsejó, le hizo ver que tenía condiciones y que debía explotarlas”, dijo una fuente del club.

Rodríguez tomó conciencia de que era su último tren. Que si no lo tomaba se lo perdía. “Hay cientos de ejemplos de futbolistas con buenas condiciones que no aprovechan su oportunidad y terminan a préstamo en equipos chicos”, recordó la fuente.

“Jonathan tuvo una reacción muy positiva. Se dejó aconsejar por los mayores y se encaminó inmediatamente. Mostró otra mentalidad y lo subieron de nuevo”, explicó el vicepresidente carbonero, Edgar Welker.

El jugador comenzó a demostrar toda su capacidad y un comportamiento ejemplar. Cuando llegó la hora de firmar contrato, Lasalvia hizo de intermediario. “Hablé con un dirigente porque soy socio desde hace 15 años, le di una mano a Jonathan, no soy su representante pero sí su intermediario”, dijo Lasalvia quien se abrió de la barra hace algunos años.

“Los empresarios en general tienen otras actividades y le derivan a los jugadores a otros empleados. Si vos convivís con ellos te empezás a dar cuenta de lo que valen. Eso pasó con Jonathan. Mis consejos fueron más de amigo. ‘Acordate de quién sos, quién está, cuánto vale la familia, cuál es tu entorno’”, contó Lasalvia.

El ex barra vive de un trabajo que no está vinculado al fútbol. “Tengo una hija maravillosa a la que amo y tengo que cuidar y alimentar”, dijo. Sin embargo hay otros futbolistas de las juveniles de Peñarol que se le han acercado para pedirle consejos y para solicitarle que los ayude a la hora de firmar contrato.

El 15 de setiembre del 2013 Jonathan se dio cuenta que todo había valido la pena. Iban 17 minutos de juego en el Centenario. Un pelotazo desde cancha de Peñarol salió hacia campo de Racing. Con determinación, Rodríguez fue a pelear la pelota contra dos adversarios. La ganó, escapó de ambos y cedió para que Luis Aguiar pusiera el 1 a 0. Antes del final del primer tiempo, anotó el segundo gol de su equipo. En el festejo corrió hacia la tribuna donde estaba Lasalvia y se achinó los ojos para dedicarle el tanto. “Me sentí el tipo más feliz del mundo”, recordó el “Chino”.

Hoy a Rodríguez la vida le sonríe. Está de novio con una chica de Florida a la que conoció en Montevideo, con 20 años es el centrodelantero titular de Peñarol y el domingo marcó dos goles en el clásico. Un presente soñado que se explica a partir de la inteligencia que tuvo en el pasado para escuchar y asimilar.

Su primer gol en el clásico

Su segundo gol en el clásico