El ambiente queda tenso en el Parque, inmerecido cuadro final para lo que fue el juego. Es una pena que sea la última imagen con la que se va el público después de ver un buen partido. Nacional y Liverpool jugaron un encuentro de esos que no abundan en el fútbol uruguayo. Ambos tuvieron dinámica, ambición, decisión.
Pero el final eclipsa todo lo que lo antecedió. Protestas, discusiones, patadas, insultos, expulsiones. El árbitro Andrés Cunha omitió una evidente falta contra Iván Alonso cerca del área de Liverpool a los 39 minutos del segundo tiempo. Ese es su error, su principal error. Pero entre esa equivocación y el gol que le dio la victoria a Liverpool pasó un minuto y hubo un resbalón que lo propició.
Hace mal Nacional en obsesionarse con el arbitraje y sería un error comenzar a tejer teorías conspirativas. La autocrítica de Rodolfo Arruabarrena tras el partido es una muestra perfecta de su talante y de cómo se debería cerrar el tema. El técnico se equivocó, insultó y fue expulsado. En la conferencia pidió disculpas por su actitud y pidió centrarse en el juego.
Nacional está arriba en el torneo, lo peleará hasta el final y tiene intacta su chance de ser campeón. Lo perjudicará darle más trascendencia al hecho que el hecho en sí.
Liverpool ganó 2 a 1 en el Parque porque su técnico, Eduardo Favaro, planteó el partido con buen criterio y porque el equipo mantuvo tensión competitiva aún en el peor momento de la tarde. El negriazul se encontró en desventaja por un gol en contra y luego de haber fallado un par de posibilidades de gol claras. Sin embargo no se resignó ni claudicó. La recompensa fue la victoria.
Los equipos salieron a jugar con decisión desde el primer minuto. Cada uno con su estrategia, los técnicos planificaron un partido intenso y dinámico. Lejos estuvo Liverpool de replegar líneas con la única intención de defenderse aunque sí armó una dura defensa y un combativo mediocampo.
A los tres minutos Richard Porta se lesionó y fue sustituido por Lucas Cavallini.
Por los extremos Nacional generó peligro. Tuvo por ambas bandas facilidades para desbordar y lastimar. Pero no lo hizo con frecuencia. Prefirió en el primer tiempo pases por el callejón central para que Iván Alonso intentara ganar las espaldas a Andrés Lamas y Martín Bonjour, impasables por alto y por bajo.
El negriazul basó su ataque en los encuentros entre Paulo Pezzolano y Rodrigo Aguirre. Sin embargo la mayor virtud fue que todos tuvieron claro su rol dentro del equipo.
La más clara en el primer tiempo fue de Bonjour que aún se debe estar preguntando cómo hizo para errar una palomita dentro del área chica, con la pelota delante de su cabeza y sin golero.
En la segunda parte Nacional pareció encaminar el partido. A pesar de los problemas de generación de juego, de la escasez de ideas que había mostrado arriba, el Tricolor había descifrado que su negocio estaba por los extremos. Por ahí tenía el partido. Arruabarrena se dio cuenta de eso y Pablo Álvarez comenzó a subir por derecha. Bastaron dos subidas para ponerse en ventaja.
A los 11 Lamas quiso restar el centro y la metió en su propio arco.
La sensación era que Liverpool había dejado pasar su oportunidad, que había fallado un par de situaciones inmejorables y que el costo era demasiado alto. Pero cinco minutos después del 1 a 0 Bonjour tuvo la revancha del gol desperdiciado en el primer tiempo. Fue en busca del balón y lo tomó de aire para anotar el empate.
Arruabarrena puso a Álvaro Recoba quien entró preciso. Y cuando Recoba está fino las posibilidades de Nacional crecen. Desde sus pies el Tricolor tuvo un par de jugadas para ponerse en ventaja.
Liverpool tomó recaudos en defensa pero no se resignó. Quedó atento al momento en el que pudiera salir de contra y lastimar.
El partido se disfrutaba, los equipos iban y venían, el público estaba expectante.
Entonces llegó el minuto 40. La falta contra Alonso que Cunha no cobró, la salida por derecha de Liverpool, el resbalón de De Los Santos y el gol de Aguirre.
En medio del festejo del gol llegaron las protestas. Bava salió corriendo señalando al juez, Alonso se le fue arriba y todo Nacional explotó. El juego volvió tras la expulsión de Agustín Peña y Arruabarrena. Enseguida Cunha mostró la roja a Gonzalo Freitas.
Desbordado, el Tricolor quiso arrear a su rival para empatar el juego. Pero no lo consiguió. Para Liverpool significa una victoria estimulante y para Nacional una derrota dura, que puede tener aún más consecuencias si empieza a ver fantasmas donde apenas hay una sábana blanca.