Ana Clara es estudiante de sexto de derecho y el lunes fue a sacar unas fotocopias en la Galería Montecarlo. Cuando quiso entrar al local, un policía le preguntó si no había visto el cartel que decía "cerrado". "Estaba con una amiga y cuando nos pusimos a mirar, todos tenían un cartel de cerrado. Los empleados estaban sentados y se estaban llevando todo. Sacaban fotos y revisaban las computadoras. Afuera, un camión enorme del Ministerio del Interior cargaba todo y nosotros no entendíamos nada", contó.
La encargada de la relojería que funciona enfrente de los locales allanados contó que los empleados y dueños fueron detenidos. Dijo que la policía llegó temprano y cuando ella cerró el local, a las 19.30, todavía seguían revisando las computadoras y cargando los materiales al camión. "A mí me sorprendió lo excesivo que fue todo. Hay dueñas de locales que son mujeres, que tienen a sus niños a cargo. Una muchacha estaba con su hijo chico y tuvieron que venir a buscarlo, porque el padre trabaja en otro local también y se lo llevaron", sostuvo.
La policía allanó una decena de locales en la Galería Montecarlo, frente a la Universidad de la República, por una denuncia de fotocopias ilegales de libros de estudio hecha por el Fundación de Cultura Universitaria (FCU) en 2011. El operativo incluyó camiones y grúas para llevarse el material.
La Justicia del Crimen organizado investiga la violación del artículo 15 de la ley 17.616 de derechos de autor, que señala que quien reproduzca total o parcialmente una obra será castigado con una pena de tres meses de prisión a tres años de penitenciaría.
Este martes, Ana Clara conversaba en el pasillo de la universidad con Alexander, que también es estudiante de sexto de derecho. Ambos están terminando la carrera y contaron que la hicieron leyendo fotocopias. Ninguno recuerda a un solo compañero que solo haya comprado libros. "Yo me compro los códigos porque me gusta tenerlos 'originales' y pero lo hago porque los consigo más baratos. En mi biblioteca los materiales no van parados, van acostados. Mi biblioteca es vertical, es una pila de fotocopias, y no las tiro porque me sirven para toda la carrera", contó Ana Clara.
Alexander es del interior. Dijo que ahora salió el nuevo Código General del Proceso, que rige a partir de agosto, y está a 1.700 pesos. "Se modifica constantemente. Entonces, vas a fotocopiarlo, es la única opción para seguir. Sobre un tema tenés varios libros y tenés que leerlos para conocer las diferentes doctrinas y pensamientos. Ni preguntás en esos casos, vas a la galería y los sacás. Acá te sugieren que el ideal es poder tener una biblioteca en tu casa, la nuestra se cimenta en base a fotocopias. Cuando vine a estudiar, durante dos años tuve la beca del Fondo de Solidaridad y eso me alcanzó para sacar fotocopias y viajar. La posibilidad de comprar un libro nunca estuvo presente, es imposible", agregó.
En la clase que ambos tuvieron de mañana temprano, todos los alumnos estaban enojados porque a raíz de esta situación no saben qué van a hacer. "Hay que buscar otro lugar para fotocopiar, donde no te maten con los precios. Ahí las fotocopias eran baratas, salían dos pesos y en cualquier lado te salen, mínimo, cinco pesos. A la larga es diferencia. Hay que ir más lejos, si tenés que fotocopiar un libro te lo prestan por dos días y no da para que todos lo puedan sacar. En la biblioteca hay un libro para leer en sala y otro para fotocopiar, o sea que si la biblioteca te lo dice, ya está", dijo Ana Clara.
En la escalera de entrada a la Universidad hay varios grupos de estudiantes de primer año. El tema de conversación es el mismo.
Manuel estaba junto a otros compañeros, uno de Florida y otro de Montevideo. Él es de La Paz y viaja todos los días a facultad. Según contó, en esta situación se debe conciliar el derecho de los estudiantes con el derecho de autor, "que es lo que se está exigiendo". "Nosotros salimos perjudicados porque tenemos que gastar más plata comprando libros originales y el presupuesto va a ser altísimo", señala.
Un poco más lejos están Micaela de Canelones, Alejandra de San José y Cipriana Dos Santos de Cerro Largo.
Dos Santos paga la residencia estudiantil y pasajes al interior cada 15 o 20 días. "Es difícil comprarse un libro original. El Código Civil te sale 2.400 pesos y en la fotocopiadora te sale 100 o 200 pesos. Todos los abogados y jueces que pasaron por acá recurrieron a las fotocopias. Ahora nos complican a nosotros", afirma.
Micaela contó que ellos, como estudiantes de derecho, saben que hay una ley que ampara los derechos de autor. "Se entiende perfectamente, pero también debería entenderse la parte de los estudiantes, que si comparamos los precios de los libros que nos venden adentro de la facultad en el FCU y los precios de la galería, es notable la diferencia. Nos cuestan menos de la mitad, yo ahora tengo que comprar un libro que me sale 800 pesos en el FCU y por menos de 200 pesos lo conseguí en la fotocopiadora. Nosotros en primero usamos muchos libros de introducción al derecho, que son muy viejos y no te los prestan para llevártelos. Te los dan para leerlos en sala o para fotocopiar. Así que es medio contradictorio. Dentro de la facultad podés seguir fotocopiando. Muchos de los libros que utilizamos son escritos por profesores de nuestra facultad, es material de estudio, no es entretenimiento. Yo no voy a imprimir un libro de Isabel Allende a la fotocopiadora, imprimo lo que necesito", sostuvo.
Los profesores no quedan por fuera de la discusión. Jaime Sapolinski es profesor de derecho público y derecho constitucional. Él dijo a 180 que se sorprendió por la medida porque hay una "cultura" de la fotocopia que responde a dos razones: un problema de costos y que los materiales están agotados.
"La fotocopia no es una solución amparada por la ley. La pregunta es si la práctica es capaz de derogar la ley. Uno debería concluir que no es así. Es un ilícito y hay un valor que se protege mediante el copyright, porque si todos copiáramos todo, estaríamos afectando la creación y eso no está bien. Es cierto que, a veces, algunos no escriben para conseguir remuneración. Lo hacen para que los estudiantes accedan a lo que uno ha dicho y no nos afecta demasiado", señaló.
Su curso de un año se da con un manual básico que sale más de 1.000 pesos y se debe complementar con otros materiales, algunos agotados y solo se consiguen en la fotocopiadora. "Eso no le hace mal a nadie, porque el material no está en el mercado. Yo tuve la intención de comprar un ejemplar y dejarlo en Maldonado, donde también doy clases, pero no lo encontré y llevé una fotocopia. Creo que este procedimiento no va a poder detener la tendencia que se da. A nadie se le escapa que en internet hay mucho material y también está colgado para ser usado", afirma.