Murió Ronald Melzer

Ronald Melzer falleció a los 56 años tras varios años de luchar contra el cáncer. Cinéfilo, crítico de cine, dueño de un videoclub de culto y de una productora y distribuidora que colaboró con decenas de películas nacionales, fue una persona clave para el cine uruguayo.

Actualizado: 25 de junio de 2013 —  Por: Diego Muñoz

-“Buenas, Roni, ¿qué me recomendás para llevar?”

-“¿Viste Intriga internacional, de Hitchock?”

-“No”

-“Pero ¿cómo vas por la vida sin haber visto esa película?”

No me dio chance ni de responder. Agarró la ficha de cartón con mi nombre y anotó con lapicera el número de la película.

Así atendía Ronald Melzer a cada uno de sus socios del VIC. Recomendaba películas, tachaba las fichas, escribía que quedaban debiendo el alquiler. Del otro lado del mostrador siempre estaba dispuesto a hablar horas de sus pasiones: el cine y el fútbol.

Melzer abrió su video justo en la salida de la dictadura. Desde 1985 funciona en el corazón de Pocitos, como un templo del buen cine, el VIC. Y dentro estaba él. Siempre. A menos que tuviera que ser juez de línea de algún partido del fútbol uruguayo del que se fue porque, según me dijo una vez, “daba asco”. Aun así seguía disfrutando del buen fútbol y de los buenos jugadores.

Fue uno de los críticos de cine más reconocido del país. Sin embargo, tenía una visión particular sobre su función. “Al crítico le pido virtudes, que paso a ordenar. La primera, que, cuando está originalmente dirigida al público de habla hispana, esté redactada en un español correcto. Ya no necesariamente elegante, brillante o florido, sino que se base en frases bien estructuradas, que no contenga errores de sintaxis, que carezca de faltas de ortografía, que use oraciones cortas, largas o medianas pero que expresen lo que pretenden expresar con claridad y sin ambigüedades, más allá de la ambigüedad del objeto de análisis, que todo puede justificar menos la incapacidad de su intérprete de decir o escribir lo que piensa sin ambages. La segunda virtud es que quien redactó la crítica tenga un mínimo conocimiento de la materia a la que se refiere y sea capaz de exponerlo sin pedantería, vocación enciclopédica o autosuficiencia: trama, estilo, adscripción o no a algún género –es decir, a un conjunto de reglas narrativas consensuadas–, uso de recursos expresivos, contexto histórico, geográfico e industrial, nombre y antecedentes de los autores principales (director, actores, libretista), propósitos de la obra –digo “obra”, no “obra de arte”–. Estos conocimientos no tienen por qué reflejarse directamente en la crítica. Mejor aun, sólo se harán explícitos cuando el texto así lo requiera. Pero su inexistencia es fácil de advertir e incrimina, siempre, al autor. La tercera virtud es que la crítica en cuestión proponga algo que la justifique en tanto (modesto) acto creativo: un punto de vista, una mirada, una extrapolación útil, una referencia o un conjunto de referencias, una voluntad de comunicación, una necesidad, en el mejor de los casos una revelación. Esto no sólo no quiere decir que la “originalidad” sea una premisa sino, si bien se mira, su opuesto: una consecuencia. La cuarta y última virtud es que la crítica analice y, si quiere y puede, juzgue la película en cuestión en un diálogo permanente con el contexto de ésta, no en función de la ideología, las teorías, el humor y los gustos personales de su autor, los cuales poco o nada importan”, escribió una vez en Brecha.

Creó la productora y distribuidora Videograma, luego llamada Buen Cine Producciones, y resultó fundamental para que vieran la luz varias películas uruguayas y extranjeras.

A Melzer, que falleció el lunes a los 56 años víctima de un cáncer, le gustaba hablar de “pequeñas victorias”. Como esas tantas que consiguió a lo largo de su vida.

Su velatorio se realiza a partir de 9.30 en Martinelli. A las 12.30 parte el cortejo fúnebre hacia el Cementerio de La Paz.