Aquel partido no podía llegar en peor momento: justo dos semanas antes del 13 de mayo de 1990, fecha en la que los partidos favorables a la independencia de Croacia ganaron las primeras elecciones multipartidistas celebradas en la república yugoslava.
Eso alimentó las tensiones étnicas entre Zagreb y Belgrado, que se oponía al desmantelamiento de la Federación Comunista Yugoslava.
Los dos equipos eran conocidos por el extremismo de sus seguidores. Los Delije (algo así como "tipos duros") se convertirían más adelante en el cuerpo de los paramilitares serbios que lucharon contra Croacia y Bosnia-Herzegovina.
Los Bad Blue Boys (los "chicos malos azules", por los colores de su equipo) del Dínamo eran, por su parte, defensores a ultranza de la independencia de Croacia.
La tensión fue en aumento antes incluso del inicio del partido. Las peleas en las calles fueron frecuentes pese a la fuerte presencia policial. Se estima que 3.000 seguidores del Estrella Roja viajaron a Zagreb desde Belgrado, muchos de ellos dispuestos a provocar altercados.
Las aficiones llenaron las gradas del estadio, con los seguidores del Estrella Roja entonando cánticos nacionalistas y los del Dínamo respondiendo con insultos.
Los Delije arrancaron asientos y los lanzaron contra seguidores locales. La policía, pese a que su presencia era numerosa, no actuó.
Cuando los hinchas serbios rompieron las vallas de protección, los rivales saltaron a por ellos. En lugar de separar a ambas aficiones, la policía se dedicó a cargar y perseguir a los seguidores croatas.
Los enfrentamientos se trasladaron al terreno de juego y "se desató el infierno", asegura Milan, uno de los hinchas del Estrella Roja que trató de evitar los disturbios.
Durante un rato "no se podía ver el césped, puesto que todo estaba cubierto por ladrillos y escombros de las gradas", recuerda Vlado Capljic, jugador del Dinamo en aquella época.
Pero el entonces futbolista del Dínamo y uno de los mejores jugadores croatas de la historia, Zvonimir Boban, que sólo tenía 21 años, vio como un agente de la policía apaleaba brutalmente a un hincha local.
Boban fue hacia el policía y le golpeó con una patada propia de un karateca, derribándole y permitiendo al seguidor que pudiese escaparse.
La muchedumbre comenzó a corear "Boban, Boban" y a gritar "asesinos" cada vez que la policía cargaba contra los aficionados.
Los jugadores del Estrella Roja fueron evacuados del terreno de juego. Casi hora y media después, la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a la multitud y escoltar posteriormente la salida de los hinchas serbios.
La patada hizo de Boban un héroe nacional y muchos croatas vieron en él el símbolo del descontento de Zagreb con el dominio político de Belgrado en la antigua Yugoslavia.
"Ciertamente marcó mi vida y mi carrera deportiva, fue como si madurase de la noche a la mañana", declaró Boban sobre este incidente en una entrevista en 2002.
La leyenda del fútbol serbio Dragan Dzajic dijo que no creía que pudiese estallar la guerra en aquella Yugoslavia hasta aquel partido. "Después del encuentro, era claro para todo el mundo lo que ocurriría", declaró Dzajic.
Un total de 117 policías, 39 seguidores serbios y 37 croatas resultaron heridos. Más de un centenar de hinchas fueron detenidos.
Un año después, en la primavera de 1991, estalló la guerra en Croacia, la primera de una serie de conflictos que acabaron con la desintegración de Yugoslavia.
A 23 años del hecho, el viernes se disputa el esperado Croacia-Serbia en Zagreb por las Eliminatorias europeas. Más allá de la importancia deportiva, será la primera vez que ambas selecciones jueguen después del conflicto bélico (1991-1995) que les enfrentó y que supuso el inicio de la descomposición de la antigua Yugoslavia.
Serbia, dirigida por Sinisa Mihajlovic, llegó el jueves al mediodía al aeropuerto de Zagreb y fue escoltada por un gran dispositivo policial hasta su hotel de concentración. A lo largo de la ruta había un policía vigilando cada 100 metros, además de un helicóptero siguiendo al autobús.
AFP