La edición 2012 del programa se lanzó los días miércoles 2 y jueves 3 de mayo con las III Jornadas de Investigación e Innovación Orientadas a la Inclusión Social. Allí participaron el presidente José Mujica, el ministro de Educación y Cultura Ricardo Ehrlich, el ministro de Desarrollo Social Daniel Olesker, el ministro de Industria Roberto Kreimerman y el rector de la Universidad de la República (UdelaR) Rodrigo Arocena.
El Programa de Proyectos de Investigación e Innovación Orientados a la Inclusión Social está organizado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la UdelaR, que lo llevó a cabo por primera vez en 2003 con el nombre “Investigación orientada a la emergencia”.
“En esa oportunidad se presentaron muchos proyectos -más de 50-, pero teníamos recursos solo para tres. Uno de ellos tenía que ver con una apreciación sobre el valor nutritivo de las bandejas alimenticias en ciertas escuelas del Uruguay. Luego ese mismo proyecto fue retomado por Unicef y se extendió a todo el país. El aprendizaje que surgió de ese proyecto fue en parte el capital de trabajo que tuvo el Instituto de Economía cuando trabajó en el año 2005 en el desarrollo del Plan de Emergencia”, dijo a 180 Judith Sutz, coordinadora académica de la CSIC.
“Entre el año 2003 y 2010 hemos apoyado 29 proyectos, de los cuales han terminado aproximadamente 17”, agregó Sutz respecto a las tres ediciones anteriores, de los años 2003, 2008 y 2010.
En qué consiste el programa
La idea del programa es financiar proyectos que cumplan con el doble requisito de encontrar un problema real dentro de la sociedad y de proponer una solución basada en un nuevo conocimiento (por ello está dirigido a investigadores). Sutz contó que en general las propuestas son presentadas por docentes universitarios, que a veces incluso se coordinan con otros docentes de otras carreras.
Los proyectos son evaluados por una comisión que determina si el problema que plantea es real (a través de entrevistas con representantes de la realidad en la que el proyecto detectó el problema), si la investigación está bien planteada y si el proyecto es avalado académicamente y viable económicamente.
La comisión está formada, por ello, por integrantes de diferentes formaciones y especialistas de distintas áreas de conocimiento.
Sutz contó por ejemplo que en 2008 se presentó un proyecto para elaborar piel sintética nacional de bajo costo a partir de colágeno puro extraído de un tendón. “Ése es un problema muy serio porque la importación de piel sintética es muy cara (cuesta 4000 dólares los 20 centímetros cuadrados), entonces eso se transforma en una barrera para la curación de quemaduras graves”, contó Sutz.
La dificultad con este proyecto, que fue aprobado, fue que no incluía la solución para la producción y distribución del producto. “Que el proyecto sea viable también depende mucho de encontrar actores que, si la solución de parte de la Universidad se encuentra, ponen todo lo que falta”.
A partir de esta experiencia, desde 2010 la CSIC comenzó a tener en cuenta ese factor a la hora de aprobar un proyecto, y empezó a exigir que incluyera al actor que esté dispuesto a efectivizar y aplicar la solución.
Un caso exitoso: software para analizar casos de epilepsia resiliente
La epilepsia resiliente es el tipo de epilepsia que no es tratable con medicamentos, por lo que exige de una operación quirúrgica. Para ello, es necesario tener un panorama claro y muy preciso de los focos de actividad del cerebro.
Dado que el Hospital de Clínicas contaba con un software muy casero para realizar este análisis, un médico de la institución detectó la necesidad de acceder a un software de alta calidad, sin enfrentar los altísimos costos que implicaba adquirirlo en el exterior.
Este médico se juntó con personal de tratamiento digital de imágenes del Instituto de Ingeniería y Eléctrica de la Facultad de Ingeniería, y presentaron en 2008 un proyecto de software de mejor calidad para llevar a cabo los análisis de detección de epilepsia resiliente.
Dado que el software sería para uso del Hospital de Clínicas, el proyecto presentaba un claro caso de problema de inclusión social, explicó Sutz. “El resultado es un software con el cual el médico ya está trabajando, que es de altísima calidad y reconocido internacionalmente”, contó.
“Estamos pudiendo dialogar”
Este año además se llevaron a cabo por tercera vez las Jornadas de Investigación e Innovación Orientadas a la Inclusión Social, pensadas como un espacio de diálogo entre investigadores y miembros de la sociedad para detectar problemas e “inspirar” investigaciones para solucionarlos. Sutz definió esto como un proceso para ayudar a los investigadores a poner su solidaridad al servicio de los más postergados de la sociedad, sin que eso entorpezca su actividad profesional. “Las jornadas buscan conseguir muchos problemas y planteárselos a la comunidad universitaria con la esperanza de que vayan armando, a través de sus agendas de trabajo, proyectos de investigación que puedan dar respuesta parcial pero importante a esos problemas”, sintetizó Sutz.
Las jornadas se llevaron a cabo durante el miércoles 2 y el jueves 3, y cada día se centró en un área diferente: el miércoles fue sobre educación y salud, y el jueves sobre desnutrición y malnutrición infantil y materno-infantil.
Sutz mostró asombro y esperanza por la gran concurrencia que recibieron las jornadas. “Quiere decir que estamos pudiendo dialogar, y eso es muy importante”, expresó.
Los proyectos son financiados por la Universidad a la República a través de un fondo que le brinda el CSIC. El programa podrá financiar hasta 18 proyectos en total, tanto de la Modalidad 1 (proyecto completo de hasta 900.000 pesos) como de la Modalidad 2 (preparación de poyecto que implique propuestas de hasta un año por 350.000 pesos).
Las bases del llamado y la información de los proyectos financiados en las ediciones anteriores se encuentra en el sitio web de la CSIC.
En esta edición se recibirán proyectos hasta el 14 de junio.