El dibujo según Fermín Hontou, Ombú

Maitena le rompe “un poco” las pelotas y admira a Hermenegildo Sábat. Dice que tenía más lugar cuando era un joven dibujante en la prensa mexicana que el que tiene ahora en Uruguay. El dibujante de Brecha y El País Cultural Fermín Hontou, Ombú, estuvo en No toquen nada y dijo que mira más de lo que dibuja y que su arte “no puede ser muy profundo, tiene que golpear”.

Actualizado: 22 de abril de 2012 —  Por: Redacción 180

El dibujo según Fermín Hontou, Ombú

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Fermín Hontou, más conocido obviamente por el nombre de Ombú, nació en Montevideo en 1956 pero hasta los nueve años vivió en Melo. Actualmente vive en la Ciudad Vieja. Se informa, como contó en la primera parte de la entrevista, a través de los diarios. Casi no usa internet, solo para mirar alguna foto que le interese. No tiene acceso a redes sociales o no elige tenerlo.Solo tiene un celular hace años. Nunca tuvo auto en Uruguay porque le gusta caminar y andar en ómnibus. Dice que la gente anda en auto se pasa puteando y peleándose con todo el mundo. Escucha mucha radio y mira TV. No tiene cable. Lo sacó porque se dormía muy tarde, dado que lo que más le interesaba aquí lo pasan en la madrugada. Estudió Expresión Gráfica en Facultad de Arquitectura durante un año y medio. A los 18 comenzó a trabajar en publicidad. Seis años después se fue a México donde vivió tres años. Se considera un afortunado de poder trabajar sin horarios, por eso dibuja de noche. Condiciones necesarias para inspirarse y dibujar: dibuja en su casa y la música que elija en ese momento, que puede ir desde tango y murga a los Doors o Jimmy Hendrix. Las virtudes, las habilidades manuales de dibujante, no las traslada a otras actividades. Dice que no puede hacer más que huevos fritos en la cocina y es común que rompa los platos mientras los lava. Se considera además un desastre en las tareas de mantenimiento del hogar, no va más allá de poner un clavo o arreglar un enchufe, y si la tarea supone mayor complejidad directamente recurre a los amigos. Lee muchos libros a la vez, dice, de diseño, de arte. En este momento está leyendo Papeles de Juan Morgan de Luis Bravo. Jugó mucho al fútbol en Liga Universitaria, en el cuadro de Guambia. Puntero izquierdo de joven, jugador muy rápido dice él. Con los años fue pasando a marcador de punta, ahora no juega más.

Entrevista de Joel Rosenberg y Miguel Ángel Dobrich con Fermín Hontou, en el programa No toquen nada, de Océano FM.

Joel Rosenberg: Fermín desde el 81 publica historietas, ilustraciones y caricaturas en medios nacionales y extranjeros. Acá podríamos decir El Dedo, Guambia, Opción, El País Cultural y ahora Brecha obviamente, pero si te digo del exterior, porque también dibujaste para muchos lados, ¿qué lugar te gustó más?

Por lo que me pagaron, Le Monde.

Miguel Ángel Dobrich: Bueno, es un gran medio. Pero qué lindo Playboy Italia. Eso es un porotito.

No lo vi nunca lo que salió publicado en Playboy Italia.

Joel Rosenberg: ¿Qué era?

Eran ilustraciones para una sección femenina y masculina dentro de Playboy Italia, y yo hice un dibujo de una estatua de mujer que la saqué de Florencia, de Miguel Ángel, y una estatua de hombre que tenían una cosa media perversa ahí mezclada.

¿Seguís colaborando con algún medio del exterior?

Ahora no tanto. Pero yo colaboré mucho con Courier International que es una revista semanal del grupo Le Monde que está buenísima, que trae cosas de todo el mundo y publican dibujos ya publicados de dibujantes de todo el mundo. Y ahí gracias a Pancho Graells, un dibujante uruguayo que vive en Francia que era dibujante de Le Monde hasta que se jubiló, me contacté con ellos y yo les mandaba cosas y cada tanto usaban algo que yo les manda.

En el 2010, en el Centro Cultural de España, en una jornada del Portal 180 comentaste que muchas veces a los dibujantes de caricaturas les hacen una especie de menosprecio muy común. Les preguntan a ustedes por “los dibujitos”.

“¿Seguís haciendo dibujitos?”

Sí.

No, la familia te lo pregunta.

Ah, la familia también.

Sí, por supuesto: “¿Por qué no seguís pintando? ¿Por qué no volvés a pintar? ¿Por qué no volvés al óleo?

¿Cuál es la sensación ante eso de los “dibujitos”? Vos decís que hay un menosprecio pero también hay falta de compresión que puede tener para la prensa esa caricatura.

Sí, puede ser también eso. Creo que yo tuve la suerte, hoy hablaba con Miguel Ángel antes de entrar, de que estuve en México cuando era muy joven, y en México la caricatura política y la prensa política es súper importante. Y en Brasil también pasa eso. En Brasil, te digo más, los dibujantes de prensa son tipo rockstars. Por ejemplo Angeli o Glauco, que lo mataron en un robo, o sea, no es que sean importantes pero son de peso. En México los caricaturistas políticos son tipos que opinan y les dejan libertad total. Aunque estén en un diario de derecha, entre comillas, o de izquierda, dibujan lo que quieren. Ahí había un gran dibujante, que ya murió, que era empresario petrolero, por ejemplo. Sus posiciones eran siempre anti izquierda, pero era un gran dibujante que era respetado por los otros dibujantes también. Se llamaba Abel Quesada, era empresario petrolero. O Rogelio Naranjo, un gran dibujante, caricaturista, y sus opiniones políticos, en lo que dibujaba, porque uno no hace un historial político cuando dibuja. La caricatura política no puede ser de elogios. Rogelio Naranjo me dijo una vez: “Mirá, la caricatura política de elogio no existe. No podés elogiar a alguien. Yo puedo votar a alguien o estar de acuerdo con alguien pero no podés elogiar a alguien”.

¿Pero no se asemeja al historial político muchas veces?

Sí, pero…

¿No golpea o dice más incluso que el historial político?

A veces sí, por eso es más censurada, obvio. Cuando yo vine al Uruguay, que era muy joven, me di cuenta de esa diferencia. Porque en México yo era un chiquilín, por no usar otra palabra, y muy joven, y había grandes dibujantes y me dieron esa oportunidad de entrar a trabajar, porque eran muy generosos. Es un país muy generoso, lo fue para muchos uruguayos que estaban exiliados ahí, argentinos, chilenos y de todo el mundo, gente exiliada, pero además fue generoso para gente joven como yo que no estaba exiliado y fui ahí, y me dieron un espacio, me lo dieron ellos, los dibujantes y los periodistas de México. Y tenías un espacio, te digo en serio, no para quejarme de lo que pasa ahora acá, pero mucho más grande que el que yo tengo ahora acá. Cuando yo tenía menos de 27 años en México, y recién empezaba. Creo que soy un poco mejor ahora que lo que era ahí, porque no tenía un estilo propio, estaba aprendiendo un montón de cosas y sin embargo el espacio me lo daban.

Miguel Ángel Dobrich: Volviendo a la profesión, Ombú, ¿vos cómo te definís? ¿Cómo te presentás ante un tercero cuando te pregunta “qué hacés”?

Me gusta la palabra “dibujante” más que nada porque es lo hago, dibujar. Yo me considero un artista si querés, pero no soy un artista de que mis cuadros vayan a los remates, aunque me gusten las exposiciones y miro mucho.

Joel Rosenberg: Bueno, se están exponiendo obras tuyas ahora en el Dodecá

Sí. Eso que está ahí ya si querés es más para el palo artístico que para el palo caricatura política. O sea, ahí no vas a encontrar referencias muy directas a la realidad política ni a la cultural. Ahí hay una cosa más de lenguaje visual. Me gusta mucho la música pero no soy músico, pero es como si fuera una jam session o una zapada, si querés, o sea, es como si fuera una búsqueda de la parte de lenguaje visual, del lenguaje del papel, de la pintura, la línea sobre el papel. Hay cosas figurativas, hay cosas abstractas, pero es más artístico.

Miguel Ángel Dobrich: Vos por amor, por admiración, me imagino que de niño, fue que te enganchaste con el dibujo. Además tenés a tu madre que los retrataba a ustedes de perfil. ¿Pero qué te llevó a que te dedicaras a pleno al dibujo? Porque pienso en otros compañeros tuyos de El Dedo o de Guambia que con el paso de los años se alejaron para abocarse a otras profesiones, sin embargo vos has profundizado en eso. ¿A qué se debe? ¿Por qué?

Porque amo lo que hago. Amo lo que hago, mucho, desde muy chico. Cuando Joel empezó a hablar de eso de Molina Campo, lo hablábamos de la charla de TED…

Joel Rosenberg: Florencio Molina Campo, ese es el artista. ¿Era un artista en ese momento veterano? Perdón la ignorancia.

Era un tipo que tenía una familia de plata, de estancieros, que conocía mucho el campo argentino, ya venida a menos y dibujaba. Su dibujo es tosco, es un dibujo naíf en algún sentido. Pero fue muy famoso en esa época. Si vamos a hablar del mainstream, hasta Walt Disney llegó hasta él y llegó a hacer cosas con Walt Disney.

Ese fue el que te maravilló, el que te impactó primero.

Sí, por lo que vi, no por estas cosas. Yo veía las cosas en los boliches y no sabía quién era. Yo era un niño de cinco o seis años. Iba con mi padre al boliche y veía dibujos que se parecían a los gauchos que estaban en los boliches, mi padre me llevaba a ver riñas de gallos o a chupar con amigos de él, generalmente en las afueras de la ciudad en la década del 60, y veía que al lado había un tipo que no era igual pero era parecido, un negro que era parecido al que había dibujado Molina Campo, aunque era de 30 años antes. Tenía la bombacha, las alpargatas, la rastra en la cintura y el facón atrás. El aspecto físico era parecido; los caballos de Molina Campo son caballos criollos, no son caballos árabes. Son caballos criollos, cabezudos, patas flacas, casco grande. Son caricaturas de caballos, con ojos saltones. Toda esa imagen, cuando yo era chico, me fascinó y a tal punto que te digo que mi vocación nació ahí. Porque yo vi eso y yo dije: “Yo quiero hacer eso”. No lo mismo, pero quiero hacer algo parecido a eso. Retratar el mundo que veo de esa manera

Eso se mantiene. Ese amor, esa pasión la mantuviste toda la vida.

Lo que pasa que después estudié arquitectura, trabajé en publicidad, estudié pintura muchos años y fui acomodando un poco el cuerpo.

Miguel Ángel Dobrich: No tenés un trabajo Clark Kent y un trabajo Superman. O sea, sos Clark Kent y Superman. El dibujo ocupa todo tu día en diferentes lugares, porque por ejemplo quizás muchos de ustedes, escuchas, conozcan a Ombú por el trabajo que hace en El Cultural o en Brecha, que lo pueden seguir por ahí además de como artista plástico. Con respecto a eso, ¿cuáles son los puntos de encuentro y los abismos en las dinámicas laborales de El Cultural y de Brecha?

La diferencia más grande está en el tiempo. También hay una diferencia en el sentido de que yo, como te digo, la experiencia en el campo del dibujo te da, y creo que lo puede decir cualquier dibujante que escuche esto, te da más sabiduría en los tiempos. O sea, yo antes me torturaba mucho para dibujar. Vos me hablaste de Rodríguez, una historieta que yo hice cuando tenía menos de 27 años. Bueno, ahí pasaba todo el día entero dibujando y era difícil para las personas que me acompañaban, fuera una mujer, un amigo o lo que fuera. Ahora no dibujo así, no dibujo tanto. O sea, aprovecho más el tiempo. Si querés, te digo, miro más que dibujo. Miro. Cuando enseño y doy clases trato de enseñar a mirar y no a dibujar, porque a dibujar hay que aprender solo. Hay que mirar. Hay que saber mirar y hay que saber qué vas a poner arriba del papel. Entonces yo ahora aprovecho más el tiempo. Por ejemplo, hoy es el cierre de Brecha. El dibujo va a estar, no sé si mejor o peor, pero más o menos sé lo que voy a dibujar. Ayer fui a redacción, yo hago esa mecánica, hablo con los secretarios de redacción, con los periodistas, a ver qué tema puede ir, y dibujo.

Joel Rosenberg: ¿Pasa algunas veces que el enfoque que le dan a la nota no es el mismo que vos le das al dibujo?

Obvio, y eso fue una pelea que tuve que dar mucho tiempo, porque ellos creían, los viejos de Brecha, cuando se fundó, que yo tenía que representar lo que tenía la nota. Yo traté de defender lo que te decía hoy, que en México no era así, en México el dibujante dibujaba lo que se le cantaba…

Vos dibujás lo que te parece.

Exactamente. Y muchas veces tengo que leer la nota porque no sé de qué están hablando. O sea, si están hablando de las pasteras, líos Uruguay-Argentina en lo económico, yo tengo que leer lo que está pasando. Lo que dicen ellos, lo que dice acá, lo que dice Almagro, lo que dice Moreno, tengo que leer lo que dice Cristina Kirchner, lo que dice Mujica. Pero tengo que leer eso, por ejemplo. Ahora hice una caricatura hace poco que fue muy festejada porque gente me la comentó. Hubo una amiga periodista que me dijo que había llegado a límites de sadomasoquismo en la tapa de Brecha.

“Percanta que me amuraste”

Ahí va, eso no lo puse, eso lo pusieron ellos. Es Cristina Kirchner vestida de tanguera con medias caladas y la cabeza de Pepe abajo y le está diciendo algo así como: “Mirá que a mí me importa mucho el Uruguay, Pepe”. Jorobando con el “importar”. Ta, es una visión del Uruguay. Yo tuve la suerte de que en Brecha lo sacaran y lo pusieran tal cual yo lo hice, con el globo que yo hice. Solo le agregaron los títulos que están en la tapa y “Percanta que me amuraste”. Pero mi dibujo salió como iba a salir. No estaba hecho para la tapa, estaba hecho para adentro, para una nota sobre Argentina, y yo había leído cosas en los otros diarios, había oído en las radios a ustedes, a Cotelo, a Álvarez, o al que fuere, hablando del tema, y había hecho mi composición del lugar: un tipo de uruguayo petiso aplastado por los argentinos por el sentimiento que tenemos aunque sea falso. El dibujo no puede ser muy profundo, tenés que golpear. Hay un dibujante francés que decía “es una piña en el estómago”, o sea, el dibujo tiene que pegar. No podés hacer un dibujito que explique todo lo que pasa entre Argentina y Uruguay porque no podés.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Y cuál es la diferencia entonces con El País? Porque con El País vos trabajás con temas más atemporales quizás.

La diferencia de tiempo. Como te decía, yo voy el día antes que tengo que entregar el dibujo, que es generalmente los miércoles porque cierra los jueves, sale los viernes. Entonces yo leo las cosas que van a salir, si hay una nota la leo obviamente, porque hay temas que no conozco ni domino para nada. Otros temas son muy obvios: el Papa en Cuba. Yo tengo mi punto de vista sobre el tema del Papa y todo eso en Cuba, y dibujo, pero también en ese sentido me han respetado más con el tiempo. Antes, como decía Joel, me pedían que yo respetara lo que decía el que escribía, o lo que Brecha piensa. ¿Quién es Brecha? Para mí Brecha somos muchos. No hay Brecha. No hay El País. No hay Océano. Hay un dueño y hay Joel. “El colectivo Brecha”, yo he tenido mil peleas en Brecha, y lo digo al aire porque no tengo ningún problema, lo saben todos mis compañeros. No existe un colectivo Brecha para mí. Yo no puedo dibujar lo que quieren otros, yo dibujo lo que yo puedo dibujar. Entonces tuve que defender esa opinión mía en el dibujo, que es mi opinión, y está recuadrado y está firmado, si no les gusta no lo publican. Y a veces ha pasado.

¿Ha pasado que no lo publican? ¿Y eso lo tomás como una discusión propia de la dinámica interna o como censura lo tomaste alguna vez?

No, no como censura, pero como una costumbre que no la sufría solo yo. Fui amigo de muchos como Hogue u otros, he hablado mucho de este tema, y es una costumbre que trasciende a mí, le ha pasado a otros también. “No, esto no puede salir”. Por ejemplo, en El Observador, una crítica furibunda contra el Opus Dei o contra el Papa, ¿puede salir en El Observador? No, estoy seguro que no. No trabajé nunca pero me consta que no sale. O una cosa sobre sexo muy evidente. Les voy a contar una cosa divertida que no salió en El País Cultural. El viejo Alsina, que era un gran periodista, una vez me dijo: “Tenés que hacer un dibujo sobre la censura, pero no me dibujes sobre la Iglesia ni sobre los militares ni sobre sexo”. “Entonces ya me diste el dibujo, ese va a ser el dibujo”, le digo. Y le llevé un dibujo de él y yo, y él me estaba diciendo: “Dibujame sobre la censura pero no me dibujes de esto, de esto…”. Y le dije: “Tenés que sacar este dibujo”, y no lo sacó, no salió el dibujo, no por una cuestión de que no se cagara de risa y no le divirtiera y no fuera real lo que estaba ahí, sino porque le pareció exagerado que aparecíamos los dos ahí. Después que murió él y el dibujo salió.

Ahora que hablaste de Alsina, una leyenda del periodismo uruguayo, sin duda, ¿qué otros de los que tuviste esa interrelación, para decirlo en medios gráficos, de acá, del Uruguay, del extranjero, son los que te marcaron? Estoy hablando no como dibujante sino la interrelación que tenías con el periodista.

Yo quiero nombrar otro periodismo muy importante en este país que a veces la gente se olvida y que a veces cree que ese periodismo o ese nombre, en realidad, es el saxofonista de La Vela Puerca. Y no es. Se llamaba Carlos Quijano, pero Carlos Quijano Perneco, no Carlos Quijano Bonino que es el saxofonista de La Vela Puerca. Era el abuelo de “Coli”. Pero el abuelo de “Coli” era un gran periodista de este país y marcó pautas que capaz que ya están demodé pero muy importantes. Un tipo al cual le escribía cartas, más allá de que te guste o no, el Che Guevara, cartas que salían en Marcha. Marcha acá saben lo que fue, no hace falta que yo lo diga, pero yo tuve la suerte por una casualidad de la vida, porque mi ex mujer era pariente de él, de conocerlo en México. Y Quijano me enseñó muchas cosas sin decirme nada. Pero por ejemplo, me acuerdo cosas, anécdotas. Yo dibujaba en el estudio donde él daba clases en México, porque estaba exiliado y vivía de dar clases. Además sacaba cuadernos de Marcha una vez por mes o cada dos meses. Y yo lo conocí fortuitamente por una cuestión de parentesco, no porque él conocía mi trabajo ni nada de eso. Y trabajaba en Marcha haciendo las tapas de Marcha y dibujaba para un diario mexicano. Y él me hacía siempre comentarios sobre temas, me decía siempre: “No dibujes sobre políticos mexicanos porque no sabés nada, no entendés nada. No seas atrevido porque no entendés nada”. El PRI en el poder, todavía no había llegado el PAN al poder. Muy complicado de entender. Yo tenía que dibujarlo porque me lo pedían en el diario, y me daban una libertad mayor que la que me dieron después en Uruguay hablando de política uruguaya. Sin embargo, la figura del Presidente, Miguel de la Madrid, un gran neoliberal del PRI que hizo grandes reformas para el lado neoliberal en México, y obvio, era una figura difícil de meterse. Sin embargo, estaban todos los líos de presiones de Estados Unidos, Reagan el Presidente de Estados Unidos, todo el tema Centroamérica, y sin embargo México, con su posición a pesar del neoliberalismo, muy digna, porque trataba de no dejar meter a Estados Unidos en Centroamérica, o de frenarlo. Yo una vez hice un dibujito que me acuerdo que estaba Reagan, y Miguel de la Madrid en un avioncito que daba vueltas alrededor de la cabeza de Reagan, y entonces no sé qué decía Reagan o de la Madrid, y entonces el dibujo generó reacción. No me conocía nadie, yo era un uruguayo de veintipico de años. Y me dijo: “Este dibujo lo vamos a sacar pero más chiquito”. Y salió chiquito pero salió el dibujo.

Miguel Ángel Dobrich: Ombú, ¿quiénes te llaman la atención en el humor gráfico de la caricatura política hoy?

¿Dónde? ¿En el mundo en general?

Miguel Ángel Dobrich: Localmente y en Argentina.

En Argentina muchos, porque como te decía hoy antes de empezar es una de las usinas generadoras de la historieta, de la ilustración y del mundo del dibujo de prensa creo que si no es el mejor, el lugar donde hubo hay más maestros o hubo algunos uruguayos, conocidos en Uruguay, es en Argentina. En la historieta te puedo decir muchos nombres, como El Viejo Breccia y todos sus hijos que todos dibujan distinto. Él murió pero Patricia, Cristina o Enrique son todos grandes dibujantes pero ninguno se parece al padre, no hacen lo mismo que el padre.

Joel Rosenberg: ¿Y hay algo genético ahí? Porque tu madre dibujaba también.

Bueno, algo genético tiene que haber. Eso puede ser que tenga que ver. Es como la música, si tu padre toca el violín bien y vos lo ves de chico, entonces hay tradiciones, sí hay.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Qué te parece el laburo de Liniers?

Me gusta Liniers. Me lo hizo conocer mi hija, yo no lo conocía. Mi hija un día me trajo de Buenos Aires el 2 de Macanudo. Y me interesa Liniers. Como dibujante me parece que no me gusta tanto, porque me gustan dibujantes más sofisticados o más toscos, en el medio no me gustan tanto.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Y acá localmente? Salto a la competencia directa de Brecha, Búsqueda. ¿Qué te parece el trabajo de Leslie?

Me gusta Leslie pero lo que está haciendo ahora, te digo sinceramente, me gusta no tanto, me gustan más otras cosas. No es que antes me gustara más. Veo Leslie, lo admiro mucho. Leslie se dedicó a no usar una sola palabra en ninguno de sus dibujos desde que empezó. El primer libro de él se llamó “Está todo dicho” y no había ni una sola palabra. Y es un gran dibujante, un gran humorista gráfico.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Y Maitena, que está en todos lados?

Y Maitena, perdón que diga esto, que voy a parecer medio misógino, pero me rompe un poco las pelotas Maitena con su onda de mina correcta…

Joel Rosenberg: Pensar que yo perdí dos oyentes, una de ellas amiga de la familia por una cosa similar.

Perdón, Maitena. Aparte no inventó el carnaval de La Pedrera, ni ella ni el Pelado Cordera. No lo inventaron ellos. Habrán inventado que fuera Caras y Semanario a sacar fotos.

¿Qué es lo que no te gusta de Maitena específicamente? Porque Maitena tiene un gran éxito internacional.

El mainstream en general no me gusta. Odio el mainstream. Por ejemplo, me hubiera encantado ir a ver a Paul McCartney. Quiero aclarar esto, porque afuera estaba leyendo el papel que dice que viene Paul McCartney el 15 de abril, me hubiera matado por ir a ver a Paul McCartney el 15 de abril. Pero no tenía la plata ni fui al Abitab a las tres de la mañana para que me dieran una de las cuatro entradas que repartían. Yo te juro que prefiero ir a ver a Jakob Dylan si viene acá que a Bob Dylan y a Paul McCartney y a todos juntos, porque quiero ver cosas nuevas. No me jodan más con el mainstream. Para ver a Paul McCartney pongo YouTube y veo a los Beatles tocando arriba de la azotea de Abbey Road o a Paul peleándose con George cuando están cantando Let It Be. Paul ahora, no me interesa tanto que cante Wings.

No sabés la guita que gastó Dobrich en las entradas.

No quiero que no vayan, vayan todos a ver a Paul. Una amiga muy querida que es más que amiga me quiere hacer ir al Estadio afuera para oír los ecos de Paul McCartney. No, no voy a ir. Te lo digo ahora por acá por radio si estás oyendo, no voy a oír ningún eco de Paul McCartney. Prefiero oír los ecos del gol del Chino Recoba contra Peñarol en el próximo clásico.

Miguel Ángel Dobrich: Solo para demostrar que Ombú no está en contra de los popes. ¿Qué te parece el laburo de un uruguayo que está en Argentina, Hermenegildo Sábat?

Un genio absoluto que tengo el honor de haber conocido en mi vida, y lo admiro muchísimo, y para mí es el número uno de la caricatura mundial. No solamente de la caricatura sino de las artes visuales en general, es un genio.