Hay 40 grados este lunes de enero en Montevideo. En el Café Bacacay, frente al Teatro Solís, Levón lee poesía. La recita en voz baja. Es uno de sus ejercicios de vocalización y dicción que cotidianamente repite hace 36 años, desde que egresó la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD).
Cuenta que hace varios eneros, desde 1997 cuando hizo Cuarteto junto a Estela Medina, aprovecha la licencia en la Comedia Nacional para hacer un espectáculo fuera del elenco municipal. “Estos días los tomo como un descanso”, dice quien durante el año por las mañanas da clase en la EMAD, por las tardes ensaya y a la noche tiene función. “Es disfrutable, es un trabajo que me hace bien. Cuando sienta que me perjudica la salud no lo voy a hacer. Nunca tuve que forzar nada, por suerte”, dice.
Formar parte de la Comedia Nacional para él es un privilegio y una responsabilidad que lo lleva a pensar permanentemente en los “actores a la intemperie”. “Ser un elenco estable es una responsabilidad, no puede ser una comodidad. De hecho el riesgo siempre es más interesante para un intérprete, la seguridad puede ser engañosa. La Comedia cuida, protege, pero es una madre terrible…”, bromea.
Dentro o fuera del elenco municipal, Levón disfruta de hacer teatro. Y por estos días el disfrute llega a sala llena con el reestreno de Blackbird, espectáculo en el que actúa junto a Jimena Pérez, dirigidos por Margarita Musto. La obra estuvo en cartel solo en enero de 2011 y ganó el Florencio como mejor espectáculo del año. Ahora volvió, en el Teatro Victoria, con funciones de jueves a domingo, nuevamente en una temporada corta, hasta el 5 de febrero.
La obra, del escocés David Harrower, plantea el reencuentro de una mujer que fue violada cuando era una niña con el abusador. “La gente queda prendida desde el principio, tal es la fuerza del texto y de las acciones mismas. No es sorprendente porque cuando leíamos la obra nos pasó lo mismo, enseguida quedamos magnetizados por el texto, la trama y la montaña rusa que es la obra. Comienza y no hay pausa”.
La lectura que hace el espectador de Blackbird va cambiando a lo largo del espectáculo. Está claro que se trató de un abuso pero se va entendiendo la psicología de los personajes.
Al principio los dardos están sobre él. Poco a poco aparece cierta comprensión. De todas maneras uno advierte en el espectador que más allá de la compresión que pueda existir, hay algo que no cierra del todo. Creo que eso es propósito del autor, que dejó abierta la situación para que se siga desarrollando la reflexión en el espectador. ¿Qué es lo que vimos? No ha dejado de ser un abusador que le destrozó la vida a la niña pero el centro de la obra es muy difícil de asir. Los dos están en una situación que no esperaban, que no pudieron rechazar. El mayor debió poner los límites y no pudo, la amó… En el espectador queda una sensación de desazón, la chica vuelve a estar en un nuevo fracaso, encerrada en ese lugar sin solución.
¿Plantea un desafío particular prestarle el cuerpo a un personaje de este tipo?
Para mí es apasionante y es un desafío que enseguida relacioné con Margarita Musto. Esta es su primera dirección y para mí de alguna manera significaba una búsqueda, una investigación, que es lo más importante para un intérprete, explorar un lado poco investigado por mí y que me exige muchísimas cosas. Creo que gracias a Margarita con Jimena hemos logrado un trabajo interesante.
El texto tiene una violencia soterrada que de repente aflora y un ritmo voraz, con diálogos que se superponen, que tienen por debajo lo que no se dice. Es un anzuelo increíble por cómo magnetiza a los actores y al público. Realmente es una cosa preciosa de trabajar que ambos disfrutamos mucho pero nos exige también mucha concentración, a tal punto que cada noche repasamos la obra antes de pasarla.

Yo lo tomo como una vacación. Empezamos con esto cuando hacíamos Cuarteto con Estela (Medina) en 1997 y es totalmente diferente. La Comedia es una estructura donde hay una organización. Acá aparecen las necesidades que todo grupo tiene para encauzar una obra y uno toma real conciencia de las dificultades. En la Comedia uno está protegido, tiene asegurado su día y su noche, pero estas empresas son muy difíciles para quienes trabajan fuera. De alguna manera están limitados incluso para hacer obras con grupos numerosos. Cómo hacerlas, cómo reunirse a ensayar durante tanto tiempo sin cobrar… Para mí es tomar conciencia, más allá de que dentro de la Comedia uno la tiene, de los grandes actores que tenemos afuera y que están constantemente a la búsqueda del trabajo y manteniendo otro empleo que generalmente no tiene nada que ver con lo que hacen a la noche.
¿Cuál es el ambiente que te parece más natural para el actor, si es que hay uno? ¿Esa intemperie del teatro independiente o el espacio de mayor seguridad que da la Comedia Nacional?
De alguna manera uno se hace su propio espacio. Yo pongo la misma aplicación en uno y otro lado. Trato de disfrutar de la misma manera. Por suerte yo disfruto haciendo teatro y entonces en los dos lados la exigencia es la misma.
Son lugares de creación. Por supuesto a veces en la Comedia uno no tiene estas exigencias, tiene otras. A uno no le es dado para elegir un protagonista en la Comedia, afuera tengo esa posibilidad. Eso no significa que afuera no pueda hacer un personaje secundario. Si hay una posibilidad de trabajo rica e interesante es bienvenida. Pero en la Comedia uno tiene distintos grados de responsabilidad. Por eso no me olvido nunca, en esos distintos grados de responsabilidad, de quien no tiene este privilegio. Me siento responsable del que hace un protagónico en determinado momento en la Comedia. Me siento responsable de una fuente de trabajo para nosotros y para los que vendrán. Ahora, por otro parte, ingresan nueve integrantes que han concursado. O sea que hay nueva sangre…
Eso es bueno.
Uff… Mucho. Por un lado es muy bueno en el sentido del refuerzo. Por otro lado está la lástima de que figuras fundamentales no estén en la Comedia por una razón municipal. Ahí está lo perverso de la situación porque hay grandes actores que podrían seguir allí pero hay un límite en la edad.
¿Estela Medina, por ejemplo?
Estela… Ahora a Delfi (Galbiati) se le ocurre retirarse. (risas)
Hay figuras que tienen edad interesante, de veneración, que son pilares fundamentales, que equilibran con esta juventud, con esa cosa de tradición. Es decir, las cosas no empiezan cada vez que viene alguien sino que es una continuidad. Esto nosotros no lo entendemos aún, parece que todo empieza con nosotros. Nada es nuevo en el teatro y nuestra responsabilidad es hacerlo vivo. No novedoso sino vivo.
Me contabas que hacías gimnasia, ¿qué otras cosas hacés para cuidar “el instrumento”?
Yo hago entrenamiento en un spa, repito mis ejercicios de dicción y vocalización. Además leo y preparo cosas. Cuando puedo veo cine. Lamentablemente veo poco teatro porque en general las funciones coinciden con las de la Comedia. Es lo único que no he podido organizar.
¿Cómo es ser una primera figura de la Comedia Nacional?
Vuelvo a hablarte de los actores a la intemperie. Tengo ese privilegio y soy conciente de que hay grandísimos actores afuera que podrían muy bien ocupar mi lugar. Lo siento como una responsabilidad dentro de una institución en la que estoy hace 36 años. Yo egresé de la Escuela (Municipal de Arte Dramático) en 1974 y en 1975 empecé a trabajar. Allí estaban todas las figuras de las que recibí un apoyo formidable. Yo fui y soy muy cuidado en la Comedia. Me siento responsable de que esto siga. Ser un elenco estable es una responsabilidad, no puede ser una comodidad. De hecho el riesgo siempre es más interesante para un intérprete, la seguridad puede ser engañosa. La Comedia cuida, protege, pero es una madre terrible… Lo siento desde el lado de que he recibido muchas cosas y mi responsabilidad es dar mientras pueda.
Blackbird, de David Harrower
Teatro Victoria (Río Negro 1479 entre Mercedes y Uruguay)
Del 5 de enero al 5 de febrero. Funciones: jueves, viernes y sábados 21.30 horas. Domingos 20.00 horas. Localidades: $200
Noticias relacionadas
Musto y Solarich, destacados en los premios Florencio
"Blackbird" se llevó el premio Florencio al mejor espectáculo teatral del año; mientras Margarita Musto se alzó con la estatuilla por su...
Doña Ramona, Blackbird y Pogled, las más nominadas al Florencio
Doña Ramona, de Víctor Manuel Leites y realizada por la Comedia Nacional; Blackbird, de David Harrower y dirigida por Margarita Musto; y Pogled,...
Cómo volar después del abuso
Reunir a un abusador y su víctima en un escenario es un desafío. Y si el texto no se ocupa tanto de juzgar como de plantear el diálogo entre...