Alejandro Rocchi y Marco Bentancor son quienes idearon y realizaron “El niño del trineo” para presentarlo en la 6D Maratón Audiovisual organizada por el Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU), en donde obtuvieron el premio en la categoría “ficción o documental”.
“El niño del trineo” cuenta por qué Alfredo Malmacín, si bien vive tranquilo y en paz junto a su esposa y los animales que cría, siente que tiene una cuenta pendiente o, mejor dicho, que la sociedad y hasta el mundo tienen una cuenta pendiente con él.
“Hola, soy Alfredo Malmacín, tengo 76 años. Soy el único uruguayo que actuó en la película El ciudadano Kane” (como el niño que viaja en trineo y que arroja bolas de nieve contra un letrero). Esto cuenta el protagonista y este es el comienzo de un cortometraje que atrajo a más de 6000 internautas, y que incluso fue compartido en la cuenta de Facebook del programa Justicia Infinita. Enojo, indignación, pena y gracia son algunas de las sensaciones que, según Alejandro Rocchi, uno de sus directores, más provocó “El niño del trineo”.
Y estas reacciones se dan en gran parte porque mucha gente no sabe que el documental es falso.
¿Cómo surgió la idea de tratar ese tema en particular?
Alejandro Rocchi: El concurso era así: te daban una semana para hacer un corto, documental o de ficción, de máximo 5 minutos, y era sobre “el cine y su gente”. Y se me ocurrió ahí nomás. Me parecía que era obvio que teníamos que inventar que había un uruguayo, un canario, que había estado en la película que está rankeada como la mejor película del mundo. Me parecía divertido el chiste del absurdo.
Y después más que nada armamos una estructura de situaciones. Sabíamos el perfil del personaje, sabíamos que lo queríamos hacer en su casa, que queríamos ver alguna tarea súper cotidiana relacionada con el campo, y sabíamos que antagonistas tenían que ser en el bar, amigos que lo tenían que querer mucho, pero que tenían las pelotas súper llenas porque el tipo contaba siempre la misma anécdota.
Y queríamos terminarlo con el actor, que no es actor en realidad, tirándose de una lomita súper ridícula en la playa Ramírez, de medio metro, y demostrándole al mundo que él estaba listo para actuar nuevamente en otra película.
El rodaje fue un día, unas horas en la casa de él, y después fuimos a un bar, todo sin avisar. El que hace del segundo amigo estaba ahí sentado, el bolichero era el bolichero… Por eso tiene un tono documental súper fuerte. A toda la gente que habla en la plaza no le dijimos nada que era un falso documental ni que era una ficción. Les dijimos que estábamos haciendo una investigación sobre un canario que había aparecido en la película “Ciudadano Kane”, y si tenían idea, y obviamente nadie tenía idea porque no existe, menos un personaje, el penúltimo que habla, que dice haber escuchado eso, que no se acuerda dónde pero que sí, que él escuchó que había un canario que había salido en esa película.
¿Cómo dieron con los actores? ¿Los conocían?
Sí. Él (Clever Gesualdi, que interpreta a Malmacín) es el tío del padre de Marco, y yo lo conocí en un documental que grabamos con él. Y me pareció que tenía terrible humor. Y lo llamamos, y la respuesta fue “vengan, no me cuenten nada y hagan lo que tengan ganas”.
Lógicamente, ellos vivieron siempre en campaña, no tenían idea de la película, y yo me acuerdo que cuando llegamos me pareció que podía llegar a ser perverso hacer chistes cinéfilos a través de ellos. Pero cuando Clever incorporó al personaje y se pudo reír del personaje (el absurdo del personaje a él le divertía mucho), ahí todos más o menos estábamos hablando el mismo idioma, y nos matábamos de risa. Las primeras tomas las cortamos porque nos reíamos de que él estaba ahí parado y decía “hola, me llamo Alfredo Malmacín y soy el único uruguayo que actuó en la película El Ciudadano “Cane””, sin saber lo que estaba diciendo, y era una cosa tan absurda que no lo podíamos soportar, sabiendo que el que estaba hablando era Clever, no Alfredo Malmacín. Nosotros sabíamos que era Clever, que es un cague de risa y decía eso. Y yo sacudía la cámara, nos reíamos… Tanto así que él al principio dudaba si estaba actuando bien y nos decía “¿estoy actuando mal que se ríen?”. Y le decíamos “no, Clever, la estás rompiendo pero es muy gracioso”. Y él me parece que quedó convencido de que estaba actuando mal, y la verdad es que la detonaron; fue increíble lo que hicieron. La metieron en el ángulo los dos. Y no eran actores; nunca habían hecho nada de eso.
Y la mayoría de la gente se piensa que es un documental real.
¿Y ustedes cómo vieron esa reacción del público?
Eso nunca lo imaginamos. De verdad que nos sorprendió. Nosotros nos presentamos a un concurso, y estaba destinado a nosotros, que nos divertía mucho la anécdota, y al jurado, que era jurado de cine y sabíamos que iba a compartir el chiste. Era una cosa que se hizo en dos días con ese objetivo.
Entonces pasó esto: yo no sabía si se le iba a entender a Clever por su forma de hablar, y entonces le mandé el video un día antes a un amigo, y lo que me contesta es “Muy divertido. Sos un sorete: cómo vas a hacer a un pobre viejo tirarse con un sandboard”. Y yo lo leí y no entendía nada. Y no le quería decir que era un falso documental, pero cuando le empecé a preguntar me di cuenta de que no había caído, entonces le digo “pero está todo guionado”, y él no lo podía creer.
Y en realidad ahí nos dimos cuenta, 12 horas antes de entregar, que la gente podía creer que era real. Y como nuestra idea no era jugar con eso decidimos hacerlo un poco más explícito. Entonces pusimos la toma totalmente infundada de un recorrido por el sandboard con corazones de brillantina (a los 15 o 20 segundos), y después en postproducción de sonido bajé de un banco de sonidos de internet unos ronquidos, y el corto empieza con la mujer roncando súper fuerte allá en el fondo, y me parecía que con eso capaz que instauraba un poco el código del humor de lo absurdo, pero no. Además al final están los créditos, con los nombres de los actores.
Incluso lo que él dice sobre lo que para él es Rosebud es como tan descabellado, que es medio increíble. En realidad al principio me sorprendía, pero ahora me parece de lo más natural. Cuando lo miré de vuelta me doy cuenta de que tiene un nivel de actuación muy veraz, y además porque a los uruguayos nos encantan este tipo de historias de que el que vende pop en la esquina de mi casa metió el gol en la final del 50. Piramos con esas historias. Me parece que por eso también funciona.
¿Ustedes en algún momento, en algún medio, aclararon que era un documental, o no?
En realidad si nosotros lo presentamos como un falso documental, como que pierde la mitad de la gracia. Claramente (que la gente pensara que es real) no era la intención que nosotros teníamos. Es una intención que está instauradísima en el corto. Lógicamente nos hacemos responsables de que la intención no se instaura sola en las obras, pero no fue una cosa consciente que nosotros tuvimos. Recién ahora, cuando nos dimos cuenta de que funcionaba, pudimos jugar con eso. Y nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba mucho más cuando después le decíamos “es mentira”.
Y también para nosotros fue rodado tan en documental de verdad, que para nosotros es un documental sobre Alfredo Malmacín. Es un personaje que no es real, que está guionado, pero es un documental sobre ese personaje. Estuvo hecho como un documental. No hubo luces ni cámaras que dieran aspecto cine.
Tiene una parte de documental, donde se liga lo que es el personaje con la persona. Él va con sus gallinas de esa manera; siempre que he ido me ha mostrado cómo le rasca la panza al chancho. No es algo que yo le pedí, es algo que él me muestra.
Por eso funciona también. Porque si nosotros intentábamos construir el personaje, por más que haya sido con un actor, hubiese sido muy difícil. Él funciona así porque está cómodo y está en su casa. Si nosotros llevábamos a un actor a una locación se iba a notar que iba a estar alguien interpretando algo que no era. Clever en ningún momento está interpretando algo que no es. Si nosotros laburábamos con el mejor actor, no iba a interpretar su personaje sino que se iba a inventar un personaje. Para nosotros Alfredo Malmacín tiene características que tiene Clever.
¿De acá en más piensan difundirlo en alguna parte más que en redes sociales?
En realidad a partir de esto sí, queremos buscar algún concurso de cortos que se haga sobre humor, si hay, y si no mandarlo a cualquier concurso de cortos sin aclarar mucho y que entre como lo que entre. Justo ayer nos pusimos a ver qué festivales había.
Pero también a veces subirlo en internet te saca la posibilidad de presentarlo a festivales. Hay muchos que no te dejan presentarlo si lo subiste a internet, pero si lo podemos presentar, lo presentamos.
Pero ya nos parece divertidísimo que alguien haya llegado al trabajo y le haya dicho a alguien “hay un canario que estuvo en El ciudadano Kane". Y capaz que esa misma persona no vio El ciudadano Kane, lo que también me parece divertido.
Siguiendo los comentarios de Facebook, había gente que le captaba el humor, había gente que decía “aguante Canelones”, y había un porcentaje de comentarios del estilo “qué irreverencia”, “qué falta de respeto: se burlan de un señor mayor con problemas psiquiátricos”. Y hay gente que lo ve como una historia emotiva, de esperanza de una persona que tuvo un punto alto y ahora no es reconocida.
http://vimeo.com/alej/trineo