La Asociación Uruguaya de Fútbol resignó dos millones de dólares, que recibía directamente de parte del Ministerio de Turismo y Deporte, con tal de no atarse a una cláusula de prioridad que favoreciera a Tenfield en las Eliminatorias para el Mundial 2018. Toda una demostración de lo importante que es no tener las manos atadas para el futuro.
En realidad lo que cambió la postura de la Asociación fue la apretada de Casal contra Sebastián Bauzá en el hotel Belmont. El presidente de Tenfield esperaba, como lo hace siempre, que el presidente de turno en la AUF claudicara ante su presencia a pesar de que era su empresa la que había cambiado los términos de un acuerdo que ya estaba aceptado por las partes. Esta vez no fue así y Casal perdió la línea. “Me saqué”, reconoció en el diario El País.
Este hecho generó que la dirigencia decidiera plantarse. Ideó un plan B real y contó con el respaldo del gobierno. Esto, además de lo mal parado que quedó el empresario tras el arrebato, hizo que la negociación fuera un éxito para la AUF.
Es cierto que Tenfield televisará los partidos de las Eliminatorias. Eso era inevitable. Pero para corroborar el descontento que le generó a la empresa los términos del acuerdo bastó con ver y escuchar el día después a sus empleados. Es preciso visualizar que en la negociación la AUF consiguió todo lo que se propuso. Recibe 10 millones y medio de dólares, firmó contratos separados con Tenfield y Full Play y no hay cláusula de prioridad.
En la conferencia en la que se firmó el contrato, Casal esperó su turno para lanzar un claro mensaje para los actores del gobierno que se involucraron en el tema. “Las cosas del fútbol las arreglan la gente del fútbol”, dijo. La frase suena tan descabellada como decir que “las cosas de los feriantes las arreglan los feriantes”. No solo no se sostiene bajo ningún punto de vista serio sino que es una demostración más de lo que a Casal y su séquito les incomoda tratar con gente que no le debe favores.
Casal no pensó que “las cosas del fútbol las arreglan la gente del fútbol” cuando reunió a José Mujica y Eduardo Bonomi con los presidentes de los clubes grandes para demostrarles que tenía el respaldo del presidente de la República y el ministro del interior.
Otra muestra de lo cambiante que puede ser Casal es el asado que hizo para tratar de convencer a los clubes de que torcieran el brazo del Ejecutivo. En épocas de Eugenio Figueredo los contratos los firmaba a espaldas de los clubes y esta vez les entregó a todos los participantes una copia del borrador.
Pero ante la firmeza de la AUF a Tenfield no le quedó otra salida. Por primera vez Casal se mostró terrenal. Tuvo que escuchar con cara de póquer y una notoria incomodidad, al asesor de la AUF, Héctor Defféminis, decir que el contrato fue “ventajoso” para la Asociación y que no incluye la cláusula de prioridad para Tenfield.
Bauzá salió erguido de la negociación. Siempre se mostró equilibrado, firme y nunca cedió. Aún ante la apretada de Casal mantuvo la postura. Rodeado de compañeros que tiraron para el mismo lado, el Ejecutivo quedó a la altura de los mejores de la historia. Hace un año se encontraron con la posibilidad de darle un mensaje de transparencia a la gente y lo hicieron.
Si la AUF pudo llegar a este acuerdo fue por la independencia del Ejecutivo y por la imprescindible participación de las autoridades del gobierno que no solo pueden sino que deben involucrarse ante este tipo de situaciones.
El ministro de Deporte y Turismo, Héctor Lescano, fue uno de los más activos. Apoyó a los dirigentes en su intento por romper las esposas con las que Tenfield tenía apresada a la AUF. Debió soportar una campaña feroz en su contra de gente sin catadura moral para hacer el más mínimo cuestionamiento. Hoy sale fortalecido por su participación.
Las autoridades del Ministerio de Economía y Finanzas también tuvieron un papel decisivo. La Comisión de Defensa de la Competencia concluyó que la cláusula de igualar la mejor oferta generaba que la empresa Tenfield tuviera una relación perpetua e ilegal con la AUF. “La empresa tiene hasta 60 días para igualar o superar la última oferta que reciba la AUF, sin que haya una segunda instancia. Es un derecho casi a perpetuar la relación, porque en caso de que Tenfield iguale la oferta de la otra empresa, no hay otra instancia para subir lo que Tenfield puso”, explicó el presidente de la comisión, Javier Gomensoro, quien también debió escuchar severas críticas de los periodistas pagos por Casal que lo cuestionaron porque fue dirigente de Nacional.
Los problemas entre Tenfield y el actual Ejecutivo comenzaron hace un año, cuando Bauzá y sus compañeros decidieron llamar a interesados en asociarse para la venta de los derechos de la selección de cara a las Eliminatorias. “Se lo tomaron a mal porque lo vieron como una movida anti Tenfield y no es así. Parten del supuesto de que si no estás con ellos estás contra ellos. Lo que queremos es que ingrese la mayor cantidad de dinero a la Asociación”, declaró en ese momento a 180 uno de los neutrales.
La semilla para este presente, tras más de una década de atropello, comenzó a germinar cuando el Ejecutivo de José Luis Corbo consiguió un fideicomiso del Banco República por un millón de dólares. Aquel equipo estaba integrado por Adrián Leiza y Juan José Ramos quienes también fueron denostados por los empleados de Casal.
Con esa inyección de dinero los clubes ya no tuvieron que golpear las puertas de Divina Comedia, que como contrapartida a cada pedido exigía extender el contrato.
A pesar de su malhumor por tener que negociar en igualdad de condiciones el contrato por las Eliminatorias, Tenfield mantiene su gran negocio: el fútbol local. Eso lo consiguió gracias a su estrategia de firmar contratos por separado. El neutral Fernando Sobral dijo a 180 en una nota de diciembre de 2010 que “hay un gran entrevero” respecto del dinero que entra a la AUF porque una parte ingresa por derechos de la selección y otra parte por el campeonato Uruguayo. “Se entrevera cuando quieren y se junta cuando quieren”, dijo Sobral para quien el defasaje entre el vencimiento de un contrato y otro “está hecho a propósito”.
Mientras que el negocio del fútbol local genera unos 27 millones de dólares al año, sin contar la publicidad, la empresa de Casal destina a los clubes unos dos millones de dólares anuales.
Sobral manifestó que “uno de los principios” del Ejecutivo era no alargar el contrato de fútbol local con Tenfield. “Se lo dije en la cara a (Nelson) Gutiérrez ni bien ingresé al Ejecutivo”, dijo y agregó que si se prorroga “hasta los nietos de Casal van a ser los dueños de los derechos”.
Todos quienes se plantaron firmes deberán prepararse para la campaña que se viene en su contra. Ellos lo saben. Pero lo cierto es que en el fútbol uruguayo soplan vientos de cambio y libertad. Ojalá no sea solo una brisa.
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