Forlán, preparado para dar lo máximo

Diego Forlán escribió a los 10 años un “decálogo de las cosas necesarias para ser un gran futbolista”, lo firmó y se lo dio a su madre. En el libro ‘Vamos que vamos. Un equipo, un país’ la estrella de la selección se autodefine “muy exigente” y cuenta que de los profesores que más lo exigieron son de los que guarda “más simpatía”.

Actualizado: 28 de julio de 2011 —  Por: Diego Muñoz

Forlán, preparado para dar lo máximo

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“Se preparó a todo campo – en el fútbol y en la educación formal-, incluso aún sin la intención de llegar a ser profesional. Era algo que le venía implícito, insertado en su historia familiar: la mejor preparación a la que se pudiera aspirar”, cuenta Ana Laura Lissardy en el capítulo del libro dedicado al mejor jugador del mundial y titulado Diego Forlán: el profesionalismo.

La periodista escribe que Forlán aprendió 12 años de inglés, cinco de italiano, tres de portugués y tres de francés y que muchas veces esos estudios eran en verano. “Lo hacía con un poquito de rebeldía, obviamente a veces no me gustaba hacerlo. Por ejemplo, en el caso de los estudios, lo hacía porque era lo único que tenía que hacer como niño y adolescente, como joven. Era mi deber estudiar. Además me gustaba y entonces lo hacía bien”, recuerda Diego.

Lissardy transmite en todo momento la idea de un Forlán super profesional y dispuesto solamente a hablar de su profesión. “Yo soy muy exigente. Con los profes que eran más exigentes, fue con los que terminé teniendo mucha más simpatía. Será porque soy parecido a ellos”, comenta el mejor jugador del Mundial.

En el liceo, Forlán llevaba nota de cada una de sus materias, de sus promedios y de las faltas que tenía y a los 10 años, le escribió a su madre en un papel un ‘decálogo de las cosas necesarias para ser un gran futbolista’. Dedicación, sacrificio, control de la pelota, remate con las dos piernas y mucho trabajo eran algunas de las pautas para lograrlo. Y abajo lo firmó.

A pesar de su constancia, sintió que no iba a tener la posibilidad de llegar a la Primera de Peñarol, donde jugaba en formativas, y decidió tomar otro rumbo. “Me manejo mucho por sensaciones personales. Y era una sensación que tenía. Sabía que tenía condiciones para jugar, pero también sabía que, por como me veían, no iba a tener la confianza de la gente que me estaba entrenando. Soy muy realista y me doy cuenta de las cosas. Saqué mis conclusiones y me di cuenta que no iba a tener posibilidades”, explica.

Así fue como se puso tres posibles destinos. Intentaría jugar en primera de Argentina o Brasil y si no se iría a Estados Unidos.

Según Lissardy, en el mundo-Forlán sus gestos de cariño son, muchas veces, gestos profesionales. Y hay que traducirlos con su alfabeto. El de ese hombre que fue preparado desde niño para llevar sus capacidades hasta el máximo adonde se puedan llevar. Ejemplifica que un día antes del partido con Ghana por el Mundial, apartó a Fernando Muslera para mostrarle cómo pateaban los penales los ghaneses.