El ex jugador de Peñarol en su rol de analista del fútbol para el diario El País toca algunos aspectos del equipo de Aguirre. “Juega un fútbol típicamente uruguayo, fue mutando obligadamente su juego a medida que avanzó la competencia. La lesión de Pacheco en octavos de final le restó creatividad y volumen de juego pero le concedió mayor verticalidad. La lesión de Urretavizcaya obligó la entrada de Corujo. Un lateral en lugar de un volante. De esta forma, el equipo llegó a la recta final de la competencia, una instancia donde no recibir goles de local es quizás más importante que marcar, con un perfil más defensivo y más directo del que tenia previsto originalmente. A veces el destino decide por los entrenadores, y acierta”, escribe en la columna.
Para Solari “no hay un solo gramo de frivolidad en esta formación” a la que califica de “plenamente conciente de sus limitaciones” y que se dedica a “arrastrar” los partidos a un sitio donde pueda imponer sus virtudes. “Desde su austera solidez defensiva logra, con un mediocampo muscular y ordenado y dos delanteros que ayudan tanto en la presión, cuando se requiere adelantar las líneas, como en la recuperación, cuando el balón los supera, llevar los partidos al terreno que mas le conviene: el físico”, analiza.
El ex futbolista argentino señala que cuando Peñarol recupera la pelota y el rival deja espacios, “canaliza la salida rápida” con Alejandro Martinuccio mientras que si el adversario se ordena apunta al área contraria “con mínima elaboración pero con máxima agresividad”. Puntualiza que casi siempre llega con dos, tres y hasta cuatro jugadores para rematar.
Solari indica que la clasificación a la final es un premio “para una gestión ordenada e inteligente” de los directivos y un “logro grandioso” para los jugadores. Destaca la “orientación espiritual” de Diego Alonso, Antonio Pacheco y Darío Rodríguez al que califica como “un trío de chamanes capaces de transformar, en la mente del grupo, cualquier carencia estructural en un elemento de unión”.
Solari dice en El País que Peñarol consiguió “convertir las limitaciones en armas favorables” y comenta que más allá del resultado en la final “ya se colocó a la altura de su propia historia”.