Joe Arpaio, de 77 años, considerado “el sheriff más duro del Oeste”, tenía una red de narcotraficantes en su propia oficina. Arpío es conocido, entre otras cosas, por imponer una cárcel de tiendas de campaña en la que los presos (condenados generalmente por delitos menores) son obligados a llevar ropa interior de color rosado y trajes a rayas.
El controvertido sheriff de Phoenix, Arizona, que encabeza desde hace años los esfuerzos de los grupos de ultraderecha estadounidenses contra los inmigrantes indocumentados de América Latina, descubrió que tres de sus principales asistentes eran integrantes de una organización criminal que traficó con cientos de miles de personas que cruzaron la frontera de México, entre otras cosas. También hay otros 12 empleados suyos que están siendo investigados por los mismos cargos.
Uno de los arrestados, Rubén Navarrete, era el encargado de detener a los inmigrantes ilegales que traspasaran el condado de Maricopa (al que pertenece la capital de Arizona) y en el momento de su arresto escondía a en su casa a dos indocumentados mexicanos que iba a entregar a unos traficantes de Georgia, según una nota publicada por Clarín el miércoles 25.
Las otras dos oficiales detenidas estaban a cargo de la cárcel de mujeres y una de ellas dijo estar embarazada de ocho meses de Francisco Arce Torres, el jefe del Cartel drogas de Sinaloa de esa zona de la frontera. La tercera arrestada está acusada de facilitar la entrada de miles de mujeres centroamericanas y mexicanas a Arizona.
En el momento de las detenciones, los acusados tenían más de 200.000 dólares en efectivo y 10 kilos de heroína en su poder. "Esto muestra el enorme poderío de los carteles de la droga mexicanos. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso", dijo el sheriff Arpaio en el momento en que informó de los arrestos a la prensa. Para disculparse por haber sido infiltrado aseguró que tenía información de lo que estaba ocurriendo desde hace más de un año pero que no había actuado para conseguir la mayor cantidad de pruebas posible.
Por otro lado, algunos medios de comunicación especulan con que el sheriff actuó en este momento porque enfrenta una acusación por parte de la justicia estatal de malversación de fondos públicos por 99 millones de dólares. Aparentemente, Arpaio utilizó el dinero de fondos carcelarios restringidos para pagar por otras operaciones, como los costos de las controvertidas patrullas para realizar razzias de inmigración o investigaciones criminales infructuosas contra funcionarios municipales que se oponen a sus políticas racistas.
Arpaio trabajó durante casi 20 años con la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense, y fue jefe de esa división en Buenos Aires durante los años setenta. En una entrevista con este enviado en Phoenix, hace unos meses, Arpaio desmintió que haya trabajado o pasado información en esos años a los organismos de represión de la dictadura argentina pero dijo que había tenido coordinación con esas fuerzas para enfrentar al entonces poderoso cartel internacional de la Conexión Francesa que operaba en Buenos Aires.