El Palacio explota. En la tribuna Turturiello hay 2.000 personas que saltan, cantan y se abrazan. Aquel día en el que la Federación Uruguaya de Básquetbol decidió suspender la afiliación de Goes por un año y lo mandó a Tercera es un recuerdo lejano. Aquellas noches de básquetbol sin el misionero en la cancha son apenas imágenes borrosas.
Es cierto que Goes festejó cosas más importantes en lo deportivo que un ascenso al Metro. Pero esta victoria tiene otro sabor. Representa la demostración más incuestionable de su grandeza. Después de la desafiliación volvió a la divisional más baja del básquetbol y a su hinchada no le importó. Reventó las boleterías de cada cancha, obligó a vender entradas anticipadas, debió jugar en el Palacio Peñarol la definición porque su gente no entraba en otro escenario y logró que por primera vez la televisión emitiera un juego de Tercera en vivo.
Muchos se preguntaron cómo podría afectar a Goes la determinación de la Federación. Dos años y medio después de la medida no quedan dudas: el misionero está más vivo que nunca.
El ascenso se consiguió después de una serie en la que Miramar lo superó en el juego durante los dos partidos. La diferencia fue que en el último cuarto del partido decisivo Goes defendió mejor y atacó con más criterio que en los otros siete cuartos.
Después del 81 a 80 que empató la serie, Goes comenzó 1 a 0 por haber terminado arriba en la temporada, toda la responsabilidad era del misionero.
Miramar volvió a comenzar mejor. Con juego asociado y enorme concentración tomó la delantera mientras que Goes no le encontraba la vuelta al partido. El monito ganó los tres primeros cuartos y hasta faltando cinco minutos seguía con ventaja. Sin embargo en el último tramo del partido se iluminó el base Agustín Iglesias y se enchufó el pívot Roberto Amaro. Ellos, acompañados por la entrega de Ciro Pastrana, Guillermo Garrido y Diego Olivera, dieron vuelta el marcador.
Goes sacó una pequeña ventaja pero Miramar peleó a puro coraje.
Con el misionero arriba por tres puntos Pastrana falló dos libres a falta de 25 segundos. Miramar intentó un doble rápido. Cuando Matías Alonso penetró, Amaro lo interceptó. Los árbitros no vieron falta, en la recarga Goes sacó cinco y Miramar desesperó. No fue el final que el equipo merecía. Su juego fue destacado y su entrega conmovedora. Debió irse de otra forma. Las protestas de los jugadores cebritas motivaron que los jueces abandonaran el rectángulo y el partido quedó trunco. Goes ganaba 72 a 67, faltaban 17 segundos y la pelota le pertenecía al misionero.
Entonces se desató la fiesta del pueblo misionero. Que estaba ahí. Como siempre estuvo.