El fondo de compensaciones a repartir era de 432.000 pesos. Liscano, en acuerdo con el resto de la dirección, decidió hacerlo valorando el desempeño de los funcionarios y estableciendo cuatro categorías de montos a percibir. Según su resolución, de 107 funcionarios que tiene la Biblioteca Nacional, 97 recibirían dinero por este concepto.
Sin embargo, la asamblea del sindicato de funcionarios decidió que los trabajadores debían darle al gremio lo cobrado para que este lo repartiera igual entre todos los funcionarios en montos iguales. Un 15% del total quedaría para financiar la actividad sindical.
En diálogo con No Toquen Nada desde Francia, Liscano explicó que según su resolución no todos cobrarían lo mismo “en la medida en que hubo rendimientos diferentes, compromisos diferentes con la institución, y en algunos casos claramente cumplieron tareas que van más allá de sus responsabilidades”.
Citó el caso de dos funcionarias de portería a las que les pidió controlar el funcionamiento de un guarda bultos, una tarea extra. “Las funcionarias y el policía que cumple el servicio 222 hicieron ese trabajo extra a cabalidad, con buena voluntad, con educación. En un momento yo firmé una nota de agradecimiento y reconocimiento para esas funcionarias y también para el policía que no depende de mí”, afirmó.
Entonces consideró que debían ser retribuidas de manera diferente con estas compensaciones. “La distribución no puede seguir una escala jerárquica. Por ejemplo, las porteras reciben una compensación mayor que algunos jefes y algunos técnicos. El compromiso con la institución fue mayor”, dijo.
Liscano habló también de otro tipo de situaciones. “El año tiene 48 semanas laborales, 240 días laborables. Si alguien falta 140 días, al margen de su licencia anual, de los días feriados, del día de su cumpleaños y los paros, me parece injusto, inequitativo, darle la misma compensación que al funcionario que va los 240 días de trabajo”, dijo. El director no se refería a un caso hipotético sino a uno que se puede comprobar porque todo está registrado, afirmó.
También citó el caso de un funcionario que hace dos años no va a trabajar y ni siquiera se lo puede sumariar porque no se presenta a ser interrogado.
El 21 de octubre, con su regreso al país, tendrá una reunión con el sindicato. De allí surgirá cuál es el futuro de esta medida de compensación y de Liscano en la Biblioteca.
“Me comprometí a arreglar la casa de marzo a diciembre para luego hacer un plan para la Biblioteca Nacional. Hemos sacado 15 camiones de basura acumulada por 50 años de desidia. Equipos obsoletos, rotos. Fotocopiadoras que se rompieron hace 20 años y no hay repuestos en el mundo, aires acondicionados que no funcionan hace 30 años, lámparas, máquinas de escribir, mimeógrafos. Una imprenta que tenía el cartel de imprenta pero hace 40 años que no imprime nada, con un funcionario”, enumeró.
El director destacó la tarea cumplida por su antecesor, Tomás De Mattos, y dijo que la anterior administración invirtió “mucha plata” en la informatización de la Bilioteca. Agregó que ahora comienza la capacitación de los funcionarios en esa tarea y que se ha invertido en la formación de 21 bibliotecólogos.
“Yo no estoy en la Biblioteca Nacional por el sueldo que, estoy de acuerdo con los funcionarios, es bajo. Yo puedo vivir de mi otro trabajo. No estoy haciendo carrera política, no me dedico a la política. No estoy juntando votos. Es mi compromiso con el gobierno, yo pertenezco a la fuerza política que está en el gobierno desde su fundación. Es mi compromiso modesto con la sociedad en un territorio en el que puedo hacer algo. No estoy atado a la silla. Si el proyecto no camina, no voy a obstaculizar la tarea del gobierno”, agregó Liscano.