En el 2005 se publicó un libro de matemática que se mantuvo durante 50 semanas entre los más vendidos de Argentina: “Matemática ¿estás ahí?”, de Adrián Paenza. Allí se enseña a resolver los problemas matemáticos de la vida cotidiana en forma divertida y con humor. Este año se publicó el quinto de la serie.
La hazaña de ventas de estos libros de matemáticas no tiene precedentes y marcó un antes y un después en la divulgación científica latinoamericana. El director de la colección “Ciencia que ladra…”, Diego Golombek, dijo a No Toquen Nada que la venta de ese libro fue una sorpresa absoluta y contó cómo nació la serie de “Matemática ¿estás ahí?”
“Lo que pasó fue absolutamente inédito. Una de las condiciones de Adrián Paenza para sacar los libros en la colección fue que además estuvieran disponibles en forma gratuita. Es un poco raro, estamos hablando de una editorial que vive de vender libros. Se aceptó y fue al contrario, fue uno de los libros más vendidos de no ficción durante mucho tiempo”, recordó.
Golombeck tuvo que convencer a Paenza para publicar esta serie de libros. La idea surgió del programa de televisión “Científicos, industria argentina”, donde al final de las emisiones Paenza terminaba con un “cuentito” que era un problema matemático. El editor le propuso modificarlos para que tuvieran un formato literario. El matemático y periodista dudó del interés que podría despertar un libro de este tipo.
“Probamos y fue una sorpresa mayúscula, la gente andaba con el libro por todos lados. Se dio el fenómeno de que la gente andaba por la calle con el libro con el título para afuera, diciendo ‘mirá lo que estoy leyendo’. Además, quedaba bien regalarlo. No sólo pasó en Argentina, sino en México, Uruguay, España, ha sido traducido…”, dijo Golombek. “La moraleja de esta enorme sorpresa es que el miedo a la matemática y a la ciencia en general es un prejuicio que nos viene muy fomentado de la educación. Hay profesores de matemática que se regodean previendo la cantidad de alumnos a la que le va a ir mal. Incluso algunos se hacen propaganda de que son excelentes profesores porque no aprueba nadie. Todo lo contrario. ¡Sos un pésimo profesor si no aprueba nadie! No puede ser que toda la carga esté del lado de los estudiantes. Adrián demuestra que la matemática también es parte de la vida cotidiana y puede ser de lo más agradable”, afirmó.
El libro de matemáticas es uno de los 30 títulos que integran la colección “Ciencia que ladra…” editados en conjunto por la Universidad Nacional de Quilmes y la editorial Siglo XXI en 15 países hispanoamericanos y con traducciones a varios idiomas.
Los libros hablan sobre las ciencias duras como la física, la química, la biología o la matemática pero desde el punto de vista de la vida cotidiana.
“Lo que queremos es que las preguntas científicas sobre la vida cotidiana pasen a primer plano. Por varios motivos, primero porque hacen la vida más interesante. También porque al conocer las opciones podés elegir mejor. Además es una manera de fomentar vocaciones. En nuestros países necesitamos más científicos”, dijo Golombek. Agregó que está convencido “de que la mirada científica sobre el mundo y sobre la vida cotidiana nos hace mejores personas. Al poder evaluar mejor lo que está pasando alrededor, al decidir de manera más racional, sin mitos, sin el pensamiento mágico del que hay tanto en nuestros países, sos mejor persona”.
Los libros están escritos por científicos y con rigor científico, pero con un lenguaje simple y coloquial. Y apuntan desde el jardín de infantes a la Universidad.
El mito de la carne sellada
Diego Golombek es biólogo, tiene 45 años. “El cocinero científico” fue el primer libro de la colección. En él Golombek y Pablo Shawrzbaum explican las reacciones químicas, físicas y biológicas que suceden mientras cocinamos.
“Todos en algún momento pasamos por la cocina aunque no sepamos nada. Nos hacemos un mate o un huevo frito. Ahí pasa ciencia aunque no lo veamos. Me interesa contar esta ciencia cotidiana y la cocina es el mejor vehículo. La cocina es por donde todos pasamos en algún momento y donde todo el tiempo pasa ciencia. Pasa química, pasa física, hasta biología. Es la excusa perfecta para esta idea de que la ciencia pasa cuando no te das cuenta, cuando estás haciendo una receta”, explicó.
En el libro muchos consejos de la abuela encuentran su respuesta científica y se derrumban algunos mitos populares como el sellado de las carnes. La idea del sellado es que calentar bruscamente la carne en todos sus lados cierra sus poros y evita que el agua se escape y la porción quede seca. “Mentira, no es así. La carne no tiene poros y una forma muy sencilla de demostrarlo es tomar dos pedazos de carne, a uno lo sellás y al otro no y a los dos los calentás en el horno. Si el mito fuera cierto al sacarlo el sellado debería pesar más, porque perdió menos agua. Pesan lo mismo y la cantidad de agua es la misma”, dijo.
Pero hay un costado cierto en el mito. “Cuando sellás la carne se genera una reacción química muy complicada llamada Maillard. Los científicos la conocen y hay hasta congresos sobre ella. Allí se combinan componentes de la carne y generan un montón de nuevos compuestos con sabor y olor diferentes. Entonces vos te comés esa carne sellada y está más rica, por lo tanto salivás más y te parece más jugosa”.
Viagra contra el jet lag
Diego Golombek, además de dirigir la colección “Ciencia que ladra…”, conduce el programa de televisión “Proyecto G”, que en Uruguay se emitió la primera temporada por Televisión Nacional.
Además de su faceta de divulgador o de comunicador de la ciencia, como prefiere llamarle, Golombek dirige el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes. La cronobiología estudia los ritmos y los relojes biológicos.
“Nosotros somos un reloj con patas. Hacemos las cosas recurrentemente a lo largo de los días, a lo largo de las estaciones. Nos despertamos, nos acostamos, nos cambia el estado de ánimo, tenemos hambre, sube y baja la temperatura. Es lógico que así sea porque vivimos en un planeta cíclico. Entonces evolutivamente nos hemos adaptado a esos ritmos del planeta teniendo ritmos propios”, explicó.
La especialidad de Golombeck estudia “un pedacito del cerebro” que mide el tiempo. “A todo aquello que mida el tiempo lo llamamos reloj, dado que está dentro del organismo lo llamamos ‘reloj biológico’. La cronobiología estudia muy específicamente a ese reloj biológico y los ritmos que produce, cómo se produce y cómo se sincronizan, se ponen de acuerdo, con el ambiente. No solamente los estudia cuando andan bien sino cuando andan mal, cuando tenemos desfasajes con el ambiente. Por ejemplo, cuando tenemos que trabajar de noche en turnos de trabajos rotativos o cuando viajamos a Europa y para el mundo es una hora y para nosotros es otra, que se llama jet lag. O cuando tomamos remedios en distintos horarios y el efecto cambia, se llama cronofarmacología”, explicó.
Una de las líneas de investigación del Laboratorio de Cronobiología es conocer los mecanismos por los cuales el reloj biológico se sincroniza con el día. Es así que estudiando cómo disminuir los efectos del jet lag, encontraron (con los hámsters) que la mejor cura es el sildenafil, la base del viagra.
“Un fármaco que modifica a la sincronización del reloj biológico es el sildenafil. Entonces llegamos a la conclusión muy simpática de que la mejor cura para el jet lag es el viagra. Al menos si vos sos un hámster que es el modelo con el que trabajamos. Pero bueno, estamos buscando voluntarios para hacer un estudio clínico. No creo que nos cueste mucho. La idea es encontrar caminos para que el reloj se sincronice más y mejor”.
Por este hallazgo, el equipo de investigación recibió el premio IG Nobel 2007. “Es un premio que se da en Harvard todos los años para experimentos o publicaciones que primero te hacen reír y luego pensar”, explicó.
Los libros de “Matemática ¿estás ahí?” se bajan gratis desde la página del Departamento de Matemática de la Facultad de Ciencias exactas y naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Informe del periodista Gabriel Farías, de No Toquen Nada.