El dato de desempleo conocido este martes debe haber despertado más de una mueca irónica en el gobierno. Mientras las relaciones con la central sindical, sobre todo a influjo de los sindicatos públicos, parece tensarse cada vez más; la realidad muestra un país con índices de crecimiento económico históricamente altos y de desocupación históricamente bajos.
Algunos de los puntos de la proclama que convoca al paro parecen más una especie de memoria emotiva que reclamos respecto a la realidad que nos rodea. Un acto producto de la inercia, de la necesidad de movilización, de marcar presencia, dentro y fuera de la central única de trabajadores.
Según Uruguay XXI, el rubro “Automóviles para turismo y demás vehículos concebidos principalmente para el transporte de personas” fue el de mayor crecimiento en las exportaciones uruguayas de “contenido tecnológico medio”, que aumentaron 49% en los primeros ocho meses de 2010 respecto a 2009. La plataforma reclama “desarrollar la industria automotriz”, un proceso que se viene dando, con o sin paro.
Otro reclamo es el de una “estrategia energética con soberanía y desarrollo industrial” y la “Fabricación Nacional de insumos para la estrategia energética”. El 31 de agosto de 2009, al presentar una licitación para la compra de energía eólica, el entonces ministro Daniel Martínez decía que “Uruguay sigue dentro del marco del plan estratégico de la política de Estado, de diversificación de la matriz energética, su independencia energética en el marco de la soberanía y dentro del proyecto de desarrollo de energías renovables”. Se reclama algo que el gobierno viene haciendo desde 2005.
También se pide un “Plan Nacional de Capacitación de la mano de obra”. Es eso lo que impulsa el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) a través de convenios con las distintas ramas de actividad, comenzando por la construcción. Otro punto es el reclamo de un “Plan Nacional de Vivienda”, cosa que ha tenido una presencia protagónica en los discursos del presidente José Mujica desde que asumió y que ahora se denomina “Plan Juntos”. Es verdad que sigue en el plano de las intenciones pero el tiempo de los reclamos vendrá si no se concreta.
Aparecen reclamos que vienen en el ADN sindical –sobre todo en la dirigencia vinculada al Partido Comunista- pero que nada hace pensar que se lleven a la práctica por ninguno de los partidos con representación parlamentaria: “Frigorífico Nacional, flota pesquera del Estado”, dice la proclama. Temas que tampoco aparecen entre las principales preocupaciones de los uruguayos que periódicamente publican las empresas de opinión pública.
Más allá de que se comparta o no lo que está haciendo el gobierno, lo cierto es que parece inútil reclamar que se haga lo que se está haciendo. Donde hay diferencias es en el proyecto de Presupuesto quinquenal y, sobre todo, en los artículos que refieren a la reforma del Estado y a la inversión educativa. “Presupuesto quinquenal para el desarrollo integral de la nación. (…) Que incorpore lo necesario para asegurar recursos para salud, vivienda y educación y los niveles de ingreso dignos de los trabajadores del Estado”, dice el texto.
Durante un debate en el programa No Toquen Nada, el dirigente moderado Fernando Pereira –integrante de Articulación, línea que se oponía a este paro pero quedó en minoría- advertía sobre el peligro de un movimiento sindical que no refleja a los trabajadores.
Ese es el peligro que aparece ante convocatorias tan fuera de la realidad como la de este paro general de 24 horas. Basta pensar el contraste con los sindicatos españoles convocando a lo mismo pero con una desocupación que afecta a cuatro millones de personas y una economía en picada. El de acá, es un paro que sucede a otros dos paros generales parciales que se han realizado desde que asumió José Mujica. Un paro, además, que mostró un movimiento sindical dividido como pocas veces desde que se concretó la central única en los años sesenta.
Lejos de los años en que desde los gobiernos y las cámaras empresariales se quería debilitar el movimiento sindical, ahora el peor enemigo parece el interno. El que muestra a la central como ajena a la preocupaciones de la gente, el que la hace aparecer como actuando por inercia o rehén de corporativismos “paralizantes”.
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