Joel Rosenberg

Con Twitter no ofendo ni temo

Las redes sociales son un espacio atractivo para la política. Muchos legisladores usan su Facebook y su Twitter para comunicarse con los ciudadanos. Pero algunos políticos en lugar de usar la herramienta la desperdician; cuentan todo lo que hacen, como salir a correr o mirar la televisión y escriben temas importantes sin la mínima seriedad y rigor. El senador Pedro Bordaberry es un buen ejemplo. No el único, pero en este momento el más notorio.

Actualizado: 23 de agosto de 2010 —  Por: Joel Rosenberg

El martes 17 Bordaberry escribió desde el Senado que estaba en el “ring side” del debate de Gonzalo Fernández y Sergio Abreu y saludó a “jorge w” (Jorge Larrañaga) porque lo estaba siguiendo en su cuenta; dos legisladores, en una sesión donde se cuestionaba el accionar parlamentario, estaban jugando al Twitter. Vale decir que Larrañaga también alterna comentarios intrascendentes con apreciaciones sobre temas importantes que no se entienden.

“Me dicen q algunos se enojaron xq pongo lo q pienso del debate en Twitter”, escribió Bordaberry el martes 17. “Y la libertad de comunicación? Increíble q el cuestionamiento venga de periodistas”, agregó. Y tuvo que completar su idea en una frase más porque el Twitter sólo permite 140 caracteres por vez: “Los q creemos en la libertad la entendemos en su mas amplio sentido (incluido Twitter y gritar en la esquina)”.

La libertad que predica Bordaberry es la que usamos los periodistas para cuestionar su falta de criterio. Pero no es censura, es una crítica. El legislador tiene una seria confusión sobre la relación de la libertad de expresión y su espacio del pajarito.

El tema lo confunde con frecuencia.

El viernes 13 leyó algo en la prensa que le molestó: “El frente amplio vuelve con q la inseguridad es una sensación térmica!”, gritó en su Twitter.

“Ademas hablan de obligar a los medios a difundir determinadas noticias. Me obligaran a mi a twittearlas? Libertad! Con ira libertad!”, agregó.

¿Con ira? ¿de qué hablaba? Si hace referencia a la canción, no queda claro. Cualquier persona que haya ingresado desde el exterior al Twitter del senador pudo pensar que Bordaberry se rebeló con furia ante el poder censurador. Pero nada de esto pasó. Bordaberry tomó el café cargado, leyó algo (no se sabe qué porque no dice siquiera dónde y no usa la posibilidad de linkearnos nota) y entonces gritó con ira. Con ira pero sin la mínima responsabilidad.

Es importante saber qué piensa un líder político como Bordaberry de los principales temas. Pero no lo hace más ciudadano de a pie contar que está mirando la televisión porque hace frío, ni es poético decirnos que los perros lo “miran x la ventana”.

El Twitter es una herramienta interesante y entretenida. Pero twittear 60 veces por día una mezcla de nimiedades con comentarios sin rigor ni explicación no tiene sentido para un legislador; la bitácora de un senador pasa a ser un diario adolescente con apuntes de boliche.



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