La presencia de Michelle se impone en el bar donde se hizo la entrevista. Es Alta, grande, pelirroja y usa la ropa que cualquier otra mujer profesional se pondría para ir a trabajar. Cuando entra, una señora que ya pasó los 60 la saluda. “Felicitaciones doctora”, dice pese a no conocerla.
Es que el día anterior, la imagen de Michelle había protagonizado los informativos. Su título de abogada fue el primero que recibía una persona trans en Uruguay. Antes de la entrevista había dado una conferencia para trabajadores sexuales en el Banco de Previsión Social. La platea se sorprendió al enterarse de que ella estaba allí como abogada, activista del Colectivo Ovejas Negras. Nunca tuvo nada que ver con el trabajo sexual.
Apoyada por su familia, hizo toda su formación en la educación pública. En el liceo fue que el abanderado terminó siendo abanderada. Soportó de todo pero ahora está satisfecha con lo que logró. “Luché por lo que soy”, dice y cualquiera que oiga la convicción con la que habla no habría dudado de que lo lograría.
Lejos del rencor, está agradecida y por eso se propone seguir trabajando en Ovejas Negras para que casos como el de ella dejen de ser excepcionales entre los trans. “El activismo te abre una puerta que es muy interesante. Yo estoy muy agradecida en muchas cosas a esta sociedad. Si bien acá hay discriminación, no hay intolerancia. Yo pude tener una educación, se me formó en la educación pública tanto primaria, como secundaria y terciaria. Entonces, corresponde tratar de devolver un poquito de lo que te dieron. El activismo te deja eso, es como un puente”.
¿Por qué “trans”?
Hasta hace unos años atrás, todo el mundo socialmente hablaba de travesti. Vos nacés con una genitalidad pero tu sentir y la manera en que te vestís y te comportás es femenina, y se te colocaba el rótulo de travesti. En realidad, hay personas que son travestis, hay personas que son transexuales y hay personas que son transgénero. Entonces, para abarcar todo porque uno no sabe dónde es que cada persona se ubica, si es que le interesa ubicarse, para no denominar a alguien de una manera equivocada, se usa la palabra trans. Es abarcativa del travesti, del transexual y del transgénero, no discrimina.
En mi caso personal, si me tuviera que ubicar, me ubicaría como transexual. Yo me identifiqué toda la vida como mujer, me comporté como tal y me concebí de esa manera.
¿Siempre viviste tu vida como una mujer?
No. En todos comienza a ocurrir más o menos a la misma edad. Hay personas que a veces por problemas familiares lo retrasan. En mi caso fue muy temprano, yo hice el quiebre abrupto a los 15 años, cuando todavía estaba en el liceo.
¿Cómo fue ese momento?
Fue sorprendente. Hoy en día las personas trans tienen muchos problemas para ir al liceo, por ejemplo, porque no las dejan entrar vestidas de la forma en que se autoconciben. A mí no me pasó. Y estoy hablando que terminé el liceo en el 2000. Con las autoridades no tuve problemas, con los profesores tampoco. Donde realmente se sintió fue con los compañeros.
Vengo de Salinas que es un lugar muy chico, había hecho la escuela y el liceo ahí. Me conocía todo el mundo. Para las personas del entorno, principalmente para los que no eran amigos cercanos, fue muy difícil de digerir.
¿Fue un proceso paulatino?
En realidad yo genéticamente siempre tuve un aspecto femenino aunque no lo quisiera. Para mí era muy disfrutable el hecho de que toda la vida en el liceo cuando llegaba era “la señorita”. Yo disfrutaba muchísimo de que pasara esa confusión constante. Pero no fue un cambio físico tan abrupto. Sí hubo un cambio estético. Yo ya tenía el pelo bastante largo, empecé a usarlo suelto, cambiar el maquillaje. Pero igual fue sorprendente.
Esa edad es muy especial, hay mucha burla, mucha agresión.
Sí, con mis compañeros sí. Yo al mismo tiempo era demasiado visible, era la abanderada del liceo… Entonces de golpe cambiabas la identidad de género y para ellos era muy difícil de procesar.
El problema era muy pesado. Todos los días tenía que tomar aliento.
¿Qué eran? ¿Bromas…?
Es que combinaba el celo por la alumna traga, que contesta todo lo que el profesor pregunta, con “sos una persona rara”. Era un cóctel molotov, eran demasiados centros de visibilidad juntos. No había manera de pasar desapercibida.
Michelle Suárez Bértora en su ceremonia de graduación.(adhoc Foto ©Javier Calvelo)
¿Sin embargo la dirección asumió perfectamente que el abanderado pasase a ser la abanderada?
Sí. Me parece que hubiera sido mejor que en lugar de hacer lo que hicieron, que fue ignorarlo, hacer como que no pasaba nada, hubiera una actitud más adulta de hablar con la persona, ver qué proceso está pasando, ver si se siente cómoda, si hay cosas que no le gustan.
Ahora con Ovejas Negras estamos yendo a los liceos donde pasan estas cosas y damos talleres de diversidad. Que los compañeros de la clase sepan cómo manejarse, que no la hagan sentir mal.
A mí nunca se me menoscabó el derecho a la educación. Eso es muy destacable. Pero la actitud más recomendable es que cuando pasan estas cosas no se deje sola a la persona. Porque por eso hay tanta deserción y la mayoría después no termina la secundaria. De ahí las dificultades de inserción, directamente no tenés manera de insertarte. Hay muchas personas que son muy capaces y quedan abandonadas.
En mi liceo la actitud fue “acá no pasó nada”. Entonces ahí empieza a jugar tu carácter, si tu familia no te deja sola, si tenés la fortaleza de soportar un montón de cosas. Realmente es dejar a alguien que ya está vulnerable en una situación muy difícil de afrontar. Las excepcionalidades como la que pasó conmigo son bárbaras para aprender.
La razón de que yo sea la única es que las demás no pueden llegar. No está bueno que esto se perpetúe.
Yo conozco una chica trans que está en Ovejas que es estudiante avanzada de Psicología, estaba terminando la carrera y abandonó. Le pregunté por qué y me dijo que era porque lo que no soportaba era el tema del nombre, que por lista la llamaran por su nombre masculino.
Vos hiciste toda la carrera con tu nombre masculino.
Yo obtuve el cambio de nombre en 2009, cuando ya había terminado. Durante seis años soporté el tema de la lista. No es solamente eso sino la reacción posterior a la lista… “¿es?” “¿no es?” “¿en serio es?” Yo lo soporté. Ella no. Son sensibilidades diferentes y no hay por qué exigir que una persona pase por todo ese calvario para tener el mismo derecho que los demás a estudiar.
¿Pensás que tu caso puede servir de ejemplo?
Yo lo que pienso es que algo nuevo, que todo el mundo ve como una novedad, puede servir para aprender cosas. Esto le pasa a miles. Mi caso es visible. Tal vez es medio soberbio pero ojalá haya una chica que pasa lo mismo que yo y al ver un caso como el mío, en el que algunas cositas se lograron, no se rinda. Realmente es agotador, muchas veces querés dejarlo atrás. Entonces, si yo pude los demás también pueden.
Es el momento de aprovechar este ambiente. Esta temática parece que hasta está de moda. Es el momento para comenzar a plantear un montón de cosas. Tal vez esto contribuya en algo.
En tu casa siempre tuviste apoyo.
Siempre tuve una relación con mi madre extremadamente pegada.
¿Estaba tu papá?
Sí. Yo tenía una relación de amistad con mi madre. Realmente me asustaba mucho el tema de revelarlo. Creo que lo atrasé un año por el temor. La cuestión surgió por una pregunta directa de mi madre. Me dijo que no tenía muy claro si yo tenía una orientación sexual distinta o si era un tema de identidad sexual. Me lo preguntó y yo se lo contesté con total honestidad.
¿Ya usabas esos términos en esa época?
Sí, yo tenía muy claro lo que me pasaba. Mi orientación siempre fue heterosexual, siempre me atrajeron los hombres. Mi identidad sexual era otra por más que mi documentación por un tema de genitalidad era de un niño Yo siempre me sentí una niña.
La reacción de mi madre fue muy tranquilizadora. Yo esperaba gritos… Pero fue una reacción de temor. Ella me dijo que no le importaba la orientación que yo tuviera o la identidad que tuviera mientras yo fuera feliz. A ella lo que le daba miedo era la reacción de los demás y lo que iba a tener que enfrentar. Me dijo que por más que ellos quisieran ayudarme había un montón de cosas que las iba a tener que enfrentar sola.
Me preguntó si estaba segura del camino que iba a tomar. Y le dije que sí. Realmente mi madre fue una mujer que me respaldó absolutamente. El primer par de caravanas que tuve me lo regaló mi madre. Fue muy compañera.
Por el lado de mi papá la reacción fue la que esperaba. Me dijo lo que siempre me había dicho. Que pase lo que pase, un hijo o una hija siguen siéndolo. Pasara lo que pasara, eligiera lo que eligiera, me iba a apoyar.
Con menos palabras pero también te apoyó.
Claro. Lo que pasa es que mi madre siempre fue muy cariñosa, muy presente, extremadamente preocupada y ocupada de mi crianza. Entonces, mi padre ocupaba los lugares que mi madre le permitía.
¿Viven los dos?
Mi mamá no.
¿Cuándo falleció?
Cuatro días antes de que diera el examen con el que me recibía. Llegué del sepelio de mamá a estudiar para el último examen. Fue muy duro, fue el peor golpe emocional que tuve en mi vida. Hasta el día de hoy no puedo entender cómo di ese examen ni cómo lo aprobé.
¿Y tu papá como vivió el miércoles pasado, cuando te dieron el título?
Con mucha alegría. Él se emociona mucho, hasta más que yo, porque exista este reconocimiento.
¿Por qué elegiste Michelle como nombre?
En realidad fue un homenaje a mi madre. Ella no se llamaba así pero no quería elegir el mismo nombre que ella. Pensé en alguien muy querido por ella y había una familiar que se llamaba Michelle con la que me sentía muy identificada.
Terminaste la carrera con 26 años, incluso antes que mucha gente que no tiene que pasar por lo que vos pasaste. Todas esas dificultades no se reflejaron en tu carrera.
Cuando te pasan cosas dolorosas, con ese dolor podés hacer cosas positivas o negativas. Yo traté de vivir mi vida con alegría. Tuve una infancia feliz a pesar de todas las diferencias que tuve, con una familia llena de amor, con una madre y un padre que me acompañaron. Yo sufrí cosas, algunas me dolieron mucho y eso se puede canalizar teniendo rencor, enojándote con el mundo, responsabilizando, buscando culpables o podés transformarlo en lo más positivo posible. Yo traté de mejorar como ser humano todo lo que pude. No sé si seré la persona que soñé pero sí lo más aproximado. Luché por lo que soy.